A escala mundial, el número de nuevos casos y muertes por covid-19 disminuyó un 16 y un 13%, respectivamente, según el último informe de la OMS. Al 6 de setiembre del 2022 se reportaban más de 600 millones de casos confirmados acumulados y casi 6,5 millones de muertes. Este comportamiento hacia el descenso se vio en todas las regiones del mundo: en las Américas, el de los contagios fue del 13% y el de las muertes, del 9%.
A pesar de la disminución, la pandemia persiste y origina nuevos casos y muertes a diario. A esto se suma un factor que desconocíamos al inicio de esta emergencia sanitaria: la condición poscovid-19, también conocida como covid persistente, entendida como la afección presente en personas que han sufrido la infección por el virus SARS-CoV-2 y cuyos síntomas no pueden ser explicados por un diagnóstico alternativo.
Los síntomas pueden ser diferentes a los experimentados durante un episodio de covid-19 agudo o persistir desde la enfermedad inicial; también, pueden cambiar o reaparecer con el tiempo. Es una condición que puede incluir una amplia variedad de problemas crónicos de salud que es posible que duren semanas o incluso meses.
Los datos aún son preliminares, pero se estima que entre el 10 y el 15% de los pacientes que han sufrido covid-19 pueden presentar condición poscovid-19. Para el caso de Costa Rica, que ha presentado más de un millón de contagiados desde el comienzo del brote, podemos estimar, siendo conservadores, que un poco más de 100.000 personas podrían tener esta afección.
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Muchos interrogantes
Todavía hay aspectos sin aclarar sobre la condición poscovid-19. Recientemente, la Dra. Sonia Villapol publicó un artículo sobre el tema en The Conversation, del cual extraemos algunos aspectos relevantes.
Uno de los interrogantes a la fecha es el relacionado con cuántas personas padecen esta condición; aún no se conoce la prevalencia exacta porque la amplia gama de síntomas se superpone con muchas otras afecciones. Además, no existen pruebas de diagnóstico definitivas ni clasificatorias.
Un estudio en los Países Bajos indica que 1 de cada 8 personas desarrolló alguna afección en comparación con grupos de control. La lista de alteraciones incluía fatiga crónica, dolores torácicos, dificultad para respirar, dolor muscular, dolores de cabeza y un amplio abanico de manifestaciones neurológicas.
En total, se han asociado más de 200 síntomas con la condición poscovid-19, pero ciertos factores, como la vacunación o el tipo de variante de SARS-CoV-2 que causó la infección, pueden incidir en que el impacto sea menor.
Otro de los aspectos todavía sin resolver de esta afección es por qué se produce. Algunas hipótesis apuntan a una inflamación crónica desencadenada por una respuesta exagerada del sistema inmune después de la infección, que se prolonga debido a los reservorios del virus que el organismo no ha podido eliminar por completo.
Otra teoría se centra en la autoinmunidad y la acción de los autoanticuerpos –anticuerpos que atacan nuestros tejidos– generados tras la infección. Tal vez ambas causas coexistan e incluso haya muchas más, lo cual dificulta la búsqueda de un único tratamiento que responda a los múltiples factores.
El siguiente interrogante relacionado con esta afección es si podemos diagnosticarla con precisión. Aunque se reconoce ampliamente la existencia de la condición poscovid-19, varían los criterios para declararla, y diferentes autoridades médicas admiten una diversidad de síntomas y niveles de gravedad.
Para confirmar el diagnóstico cuanto antes es muy importante dar con un perfil que pueda definir la enfermedad y dirigir los tratamientos. Un estudio reciente ha identificado patrones de medición objetivos que permiten diagnosticar la covid persistente con un 94% de acierto.
Los indicadores incluyen la reactivación del virus del herpes, la existencia de diversos anticuerpos, autoanticuerpos y marcadores celulares e inmunitarios, así como la disminución de los niveles de cortisol y de la hormona adrenocorticotrópica.
El cuarto interrogante que plantea la Dra. Villapol es sobre cuándo dispondremos de tratamientos personalizados para esta afección. A la fecha no se ha aprobado ningún fármaco para tratar la condición poscovid-19, por lo que los médicos recurren a paliar síntoma por síntoma.
En algunas ocasiones, y debido a la desesperación por eliminar los síntomas, los pacientes se administran a sí mismos terapias que no han sido validadas. Actualmente, las estrategias terapéuticas apuntan a controlar los síntomas, especialmente, los neurológicos o los que afectan el sistema cardiovascular.
La mayoría de los casos requieren una terapia combinada, y debemos considerar cómo utilizar este armamento farmacológico para obtener el máximo efecto. Aunque hay más de doscientos ensayos clínicos en curso investigando tratamientos contra la condición poscovid-19, hacen falta más ensayos aleatorios.
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Seguir protegiéndonos
A pesar de la relajación en las medidas de salud pública, la realidad es que la covid-19 llegó para quedarse y debemos seguir protegiéndonos, ser precavidos y cautelosos frente a la enfermedad.
Por muy optimistas que sean las cifras que reporta la OPS/OMS en todas las regiones del mundo, la condición poscovid-19 es una realidad que puede causar morbilidad crónica y discapacidades a muchas personas, con gran impacto socioeconómico y mayor sobrecarga en los sistemas de salud.
Hasta que no exista un mayor conocimiento de la enfermedad y tratamientos eficaces, lo mejor que podemos hacer es evitar infectarnos —o reinfectarnos— de covid-19, por lo cual, alentamos a la población en general no solo a completar su esquema de vacunación, sino también a mantener las medidas de protección recomendadas.
Autores: Dra. María Dolores Pérez, representante de OPS/OMS en Costa Rica y Dr. Jorge Victoria, asesor en prevención y control de enfermedades de la OPS/OMS Costa Rica.