La semana anterior, planteé que solo la tercera parte de la reducción de la pobreza en este 2024 pareciera estar explicada por condiciones atribuibles al mercado laboral, como menor desempleo o mejoras en salarios.
Ese factor expone el 43 % de la baja de la pobreza en zonas urbanas, pero solo el 14 % en la rural. ¿Qué factores estarían detrás de dos terceras partes de la merma no causada por las condiciones laborales?
Si bien todavía no disponemos de datos certeros para evaluar cada hipótesis, procedo a comentar algunas. La más obvia corresponde a las transferencias estatales, es decir, al dinero que el gobierno da a las personas y familias en condición de pobreza. No me fue posible encontrar datos actualizados al 2024 sobre estos recursos y sus beneficiarios, pero, considerando que el Programa Estado de la Nación ha venido señalando una reducción sistemática de la inversión social, no es esperable que haya contribuido a la reducción de la pobreza.
Los datos publicados en octubre por el INEC dan señales en esta línea. El ingreso per cápita medio de los hogares aumentó ¢29.000; sin embargo, menos del 2 % puede atribuirse a las transferencias del gobierno.
En segundo lugar, debe revisarse el incremento de los ingresos no laborales. El INEC capta esto en lo que denomina “otras transferencias”, un rubro que incorpora ingresos por jubilaciones, pensiones alimentarias, remesas, donaciones o regalos, entre otros.
En el 2023 este rubro no creció en hogares de las zonas urbanas, pero en el 2024 llegó a explicar el 50 % del aumento en el ingreso per cápita de esos hogares. En las zonas rurales, por segundo año consecutivo, cerca del 30 % del aumento se infiere de esas “otras transferencias”.
Finalmente, en el 2023 el ingreso autónomo en las zonas rurales se mantuvo estable, pero en el 2024 se convirtió en el rubro que más explica el aumento del ingreso per cápita (un 40 %).
En resumen, a diferencia del año 2023, cuando más del 90 % de la mejora en los ingresos de los hogares se asoció a ingresos por salario, para el 2024, dos nuevos rubros (otras transferencias e ingresos autónomos) permitieron explicar entre el 60 % y el 68 % del aumento observado en el ingreso per cápita de los hogares del país.