Las intensas recriminaciones, denuncias, agresiones, ajustes de cuentas y puñaladas retóricas intercambiadas en estos días por Fabricio Alvarado y Carlos Avendaño revelan una trama de intrigas digna de Netflix. Activan múltiples especulaciones sobre la ambición, los celos, el poder y el dinero como factores distorsionantes de la conducta humana, y revelan cómo los absolutos (en este caso la religión) pueden facilitar el oportunismo. Pero también este cisma nos confronta con elementos político-electorales más amplios.
Dos son particularmente reveladores. Uno tiene que ver con el posible cambio en la dinámica legislativa; el otro, con los partidos y la estabilidad democrática.
Sabemos que Avendaño se quedó con lo que nunca dejó: Restauración Nacional (RN), ahora reducida, y que Alvarado se apresta a controlar la Nueva República (NR), aún neonata. Al quebrarse los 14 votos de la fracción original, las posibilidades de cada mitad para exigir o bloquear se diluyen. Por tanto, el abanico legislativo para negociar se amplía. Quizá sea más complejo, pero también prometedor, y ofrece oportunidades para agendas más relevantes.
La división RN-NR, además, debilitará sus aspiraciones electorales futuras. Competirán por una misma base electoral y se pelearán la misma red de templos y pastores que impulsó su ascenso en febrero y abril. Habrá confusión de mensajes, dilución de apoyos, fatiga y una posible reducción (y hasta colapso) en votos.
Lo otro que expone esta dramática ruptura es cuán importantes son para la solidez y la gobernabilidad democráticas los partidos serios y estables, capaces de trascender las coyunturas volátiles, las oportunidades singulares, los personajes inflados o los impulsos sociales momentáneos. Aquellos que dependan de estos fenómenos podrán potenciar a su favor factores estructurales (como el desencanto) y crecer súbitamente, pero tendrán enormes dificultades para mantenerse, saltar sobre lo perecedero, respetar a sus votantes y ser reales opciones de gobierno.
LEA MÁS: En Guardia: ¿En qué momento se jodió el país?
No sé hacia dónde se trasladarán los decepcionados con RN-NR. Ojalá sea hacia partidos responsables (léase PLN, PAC o PUSC). El problema es que también estos han generado decepciones. Y revertir su impacto demandará gran esfuerzo. Ojalá lo hagan.
Correo: eduardoulibarri@gmail.com
Twitter: @eduardoulibarr1
Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).