La economía del futuro no será posible sin infraestructura digital. Existen dos tecnologías en las que estamos muy retrasados: una es la fibra óptica en el hogar, lugares de estudio y trabajo (FTTX, por sus siglas en inglés) y otra es la celular de quinta generación (5G).
Ambas con capacidades muy superiores a las brindadas por tecnologías anteriores, como las de cable coaxial, cable de cobre (profundamente obsoletas) y celular 4G (todavía le quedan unos años de vida útil).
A mi parecer, ambas tecnologías son fundamentales, y no puedo imaginar el desarrollo de un país sin ellas. Son también urgentes. La FTTX, por ejemplo, debe extenderse por todo el territorio lo antes posible; actualmente, hay como 200.000 conexiones y faltan como millón y medio.
Es urgente porque la pandemia nos enseñó que el cobre y el coaxial no sirven ni para trabajar ni para estudiar, a menos que una sola persona se dedique a una actividad para la cual no se requiere colaboración.
Necesitamos conexiones de alta velocidad en ambos sentidos (simétricas), un aumento posible de obtener mediante la arquitectura FTTX o con 5G. FTTX está disponible de inmediato, las frecuencias de la 5G ni siquiera se han asignado o faltan varios años para que estén disponible a escala nacional.
Para trabajar y estudiar, la movilidad no es siempre esencial, quizás en el futuro lo sea, pero, mientras tanto, FTTX debe estar disponible para todos.
La 5G se debe implementar de inmediato, en áreas escogidas estratégicamente, donde los jóvenes talentosos sean capaces de producir aplicaciones para exportarlas y crear un nuevo big bang productivo, similar al que Intel produjo en 1998. El mes pasado llevamos a cabo un foro sobre el tema, cuyo resumen puede leer en https://bit.ly/3H851Qe.
Ambas tecnologías son usables como red de acceso, es decir, para conectar a usuarios finales (o sensores y actuadores) a la red de redes. Sin embargo, ni la 5G ni ninguna otra tecnología celular opera sin fibra óptica que conecte las antenas al resto del mundo.
La 5G tiende a requerir más antenas que las tecnologías celulares anteriores, dependiendo de los obstáculos a las ondas radioeléctricas, la densidad de usuarios, etc.
Todas las antenas, sin embargo, deben estar conectadas a la fibra. Según los requerimientos y restricciones para conectar a usuarios finales, se puede entrar con fibra aérea o subterránea cuando se trate de una casa o un edificio donde disponen de una sola conexión.
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En un condominio, tomando en cuenta los cientos de usuarios en alta densidad, puede ser que la conexión con 5G sea más barata y ciertamente más rápida de instalar que FTTX.
Desde la apertura del mercado de las telecomunicaciones, se ha ido duplicando y triplicando la infraestructura, una mala idea desde todo punto de vista. La próxima red de acceso que se instale debe ser única, debemos encontrar un modelo para que los proveedores y operadores de redes compartan la infraestructura, de la misma manera como los transportistas comparten una sola autopista y a nadie se le ocurre construir un montón de autopistas.
Es cierto que las inversiones en infraestructura digital son mucho menores comparadas con la infraestructura vial. La red de acceso FTTX significa entre $500 millones y $600 millones, si se instala en todos los lugares, sin discriminaciones, donde haya un medidor eléctrico, por citar un punto de referencia.
Mientras la red de telefonía fija pierde cuando menos $100 millones anuales —miles de kilómetros de cobre conectando centrales telefónicas del tiempo del fusil de chispa—, financiar un proyecto FTTX para todo el país es rápido y reditúa lo suficiente para apagar la red de telefonía fija lo antes posible.
La red 5G no tiene buenos estimados de costo, pero la inversión deberá ser cuantiosa (tal vez unos $1.000 millones), dependiendo, en gran medida, de la estrategia que se utilice para asignar las frecuencias.
Si la estrategia es la recaudación, se corre el peligro de elevar mucho el costo del servicio, pues la inversión siempre se convierte en tarifa. Otra es que no se coloque el espectro, o sea, que fracase la subasta.
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Aun sin el costo del espectro, la inversión es elevada y todavía hay muchas aplicaciones para esta tecnología que se desconocen, por ejemplo, sabemos que la posibilidad de establecer comunicación con latencias muy bajas facilitará el funcionamiento de aplicaciones en tiempo real.
Muchos hemos imaginado esta o aquella aplicación, pero que yo sepa no han sido implementadas todavía, en ningún lado. Asimismo se ha mencionado sobre vehículos autónomos utilizando comunicación 5G, pero los prototipos (que son muchos) todavía no la incorporan.
¿Qué podemos hacer con el millón de conexiones por kilómetro cuadrado en Costa Rica? La respuesta es “ciudades inteligentes”, pero casos concretos son pocos.
Todo lo anterior confirma la oportunidad de ser un jugador temprano (early mover) en el espacio de la 5G, pero hay que llevar la tecnología primero y tal vez no a escala nacional para aprender, porque se aprende haciendo, no se adquiere este conocimiento leyendo. Cuando seamos capaces de aprender acerca de la 5G mediante la lectura, será muy tarde y habremos desperdiciado una gran oportunidad.
Debido a la regla fiscal, es muy probable que el Estado no pueda invertir en infraestructura digital durante los próximos años, por tanto, el gobierno debe promover la inversión privada, ya sea a través de alianzas público-privadas o por medio de concesiones. Debe moverse rápido, si quiere utilizar la tecnología como factor diferenciador para mejorar la competitividad y nuestro bienestar.
El autor es ingeniero.