La cantidad exagerada de partidos políticos que participan en la campaña electoral y la ruptura irreversible del bipartidismo ha conducido a la ingobernabilidad.
Está claro que en varias elecciones habrá segunda vuelta y que el número de agrupaciones políticas —y, por ende, de candidatos a la presidencia y a diputados— seguirá creciendo.
Esa es la razón por la cual deben hacerse las reformas estructurales necesarias para recuperar la gobernabilidad. Me parece que con algunas pocas enmiendas constitucionales y legales los gobiernos volverían a contar con mayorías parlamentarias que les faciliten la ejecución de sus planes.
En primer lugar, sugiero que la elección de los diputados se lleve a cabo en la segunda ronda, la cual debería adelantarse al primero domingo de marzo, en vez del primero de abril, a fin de que el presidente electo tenga tiempo de preparar adecuadamente su gabinete y los partidos, mayores posibilidades de obtener más diputados.
Este cambio produciría que el Parlamento lo constituyan dos fuerzas políticas fuertes y, en consecuencia, cooperación entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Los diputados, según el sistema actual, no representan a nadie, salvo últimamente a los alcaldes. Sería conveniente retomar la idea lanzada por el grupo cívico Poder Ciudadano ¡YA! para que los diputados sean elegidos parcialmente por distrito electoral y el resto a escala nacional.
Más diputados
Sugiero que el número de diputados se eleve a 71, de los cuales 57 serían para los distritos electorales, determinados según criterios estrictos por polos de desarrollo económico y social, y los restantes se distribuirían 2 por provincia.
Habría que establecer también el mandato revocatorio después del primer año de labores, con vistas a que el electorado califique la calidad de cada diputado durante ese período.
Y otra reforma es la reelección por un período. Ganar por distrito electoral se constituiría en mecanismo de control político: se premia con la reelección o se castiga la deficiente actuación como representante a la Asamblea Legislativa.
No es necesaria la renovación de todo el Congreso, pues se perderían algunos meses en el proceso de adaptación. La permanencia de algunos legisladores del período anterior facilitaría dar seguimiento a proyectos que quedaran pendientes de aprobación.
También debe considerarse elevar el número de electores para inscribir nuevos partidos políticos, pues en la actualidad es sumamente fácil, y bien haría la Asamblea en prohibir la doble postulación.
Me parece que con estos pocos cambios la gobernabilidad mejoraría sustancialmente.
El autor es abogado constitucionalista.