Las mujeres están en la primera línea del desempleo desde hace varios años. Aunque la pandemia agudizó el problema, es absurdo achacar la responsabilidad a la crisis sanitaria, porque esta, evidentemente, solo se encargó de develar que no se ha avanzado tanto como se pensaba en materia de género.
De acuerdo con la última encuesta continua de empleo, la tasa de desempleo nacional correspondiente al segundo trimestre del 2021 fue del 18,1 %. Sin embargo, a la hora de desagregar los datos por sexo, está claro que no todos los costarricenses lo sufren igual: el 13,7 % de los hombres sin empleo contrasta con el alarmante 24,6 % de las mujeres en la misma condición.
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El porcentaje podría ser más alto, pues el dato solo toma en cuenta a aquellas personas que no están laborando, pero están en busca de donde colocarse. En una crisis de las dimensiones de la actual, algunos cejan porque no existen opciones.
La cantidad de mujeres que han perdido sus medios de sustento no solo se refleja en las cifras de desempleo, sino también en las de desocupación. Registran una menor participación en la fuerza laboral del país. Apenas el 47,6 % forma parte de esta, comparado con el 71,2 % de los hombres incorporados.
Resulta preocupante que, aunque registren mayor cantidad de títulos universitarios que los varones, la mitad de las mujeres en edad de producir esté paralizada.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la salida de mujeres de la fuerza de trabajo se debió al incremento de la demanda de cuidados en sus hogares. La iniciativa Data for Good, de Facebook, señala que Costa Rica es el país donde las mujeres dedican más horas a esta labor.
Existe un vacío en esta materia que ni los hombres ni las instituciones estatales han cubierto. Las declaraciones de intenciones deben quedar atrás y traducir las palabras en hechos y políticas concretas que atiendan la brecha laboral, la inclusión económica y la equidad.
Teniendo como antecedente el registro del mayor aumento de la tasa de desempleo femenino entre el 2019 y el 2020 de la región, estamos en desventaja como sociedad. Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, el país cerrará este año con la segunda tasa de desempleo más alta de todo el continente, solo por debajo de Venezuela.
En vista de la falta de reactivación económica, sobra decir que serán las fuertemente afectadas a largo plazo. Si continúan sin emplearse políticas tangibles y mensurables que, desde múltiples sectores de gobierno, promuevan la permanencia de las mujeres en la fuerza laboral, la situación desmejorará en términos de crecimiento económico, bienestar y desarrollo social.
El autor es estudiante de Periodismo en la Universidad de Costa Rica y hace su práctica profesional en «Opinión» de «La Nación».