En el acto primero, escena X, Hamlet reflexiona con Horacio sobre ciertas costumbres a las cuales se les honra más rompiéndolas que respetándolas. Una de ellas es el berrinche.
Las respuestas del presidente, Rodrigo Chaves, a la mayoría de los desafíos nacionales hasta el momento no pasan de ser berrinches. El más reciente: negarse a asistir a la reunión con el resto de los representantes de los supremos poderes, calendarizada para este martes, cuyo fin es revisar los proyectos de seguridad ciudadana. El mandatario “argumentó razones de agenda”.
Esta rabieta está precedida de otras en torno a la misma temática, desde presentar proyectos mal redactados o con inconstitucionalidades, hasta retirarlos y luego amenazar con “reportar cada miércoles los asesinatos que, desde el punto de vista de la policía, hayan ocurrido o hayan sido causa de las leyes débiles de este país o de las acciones erróneas de los jueces”.
Las leyes jaguar son producto de una pataleta contra la Contraloría, un deseo insano de que las leyes se ajusten a él, y no él a las leyes. La “irritación grande que se manifiesta ostensiblemente, y sobre todo en los niños”, como la define el Diccionario, tiene paralizado el progreso o ha causado un daño enorme en campos en los cuales el país mostraba buen desempeño.
Despectivamente, Chaves afirmó recientemente que la opinión de un funcionario despedido no iba a hacerlo cambiar de parecer y siguió adelante con el plan de cárceles de carpas, al punto de presupuestar ¢2.684 millones para financiarlas.
Como los diputados rechazaron semejante locura, el mandatario, fiel a su “costumbre”, amenazó con publicar la lista de los miembros de la comisión cuyos votos rechazaron la partida presupuestaria. Así como a finales de setiembre, en otra de sus rabietas, creó una plataforma digital para que los ciudadanos presionaran a los legisladores con el fin de que votaran a favor de las iniciativas de interés de su administración.
En el mismo acto primero, escena X, el príncipe medita sobre cómo, lamentablemente, algunas personas, pese a sus virtudes, por una sola debilidad arruinan lo que habría podido ser una vida admirable. En el caso de Chaves, su incapacidad para enfrentar desafíos sin recurrir al berrinche debilita la institucionalidad, un infortunio que ya está afectando terriblemente a quienes él debería servir. Ojo, después del diálogo entre Hamlet y Horacio, aparece el fantasma del rey... o la fantasía imposible según Lacan.
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La autora es editora de Opinión de La Nación.