Purdue Pharma, productora del fármaco Oxycontin, y el estado de Oklahoma llegaron a un acuerdo por $270 millones, suma que será destinada a la investigación y el tratamiento de adictos a los fármacos para el dolor. Tan solo contra esa empresa existen más de mil procesos pendientes, 35 liderados por otros estados.
El arreglo es considerado un punto de inflexión en la lucha por revertir la epidemia catalogada como la más letal en los Estados Unidos, por ser la mayor causante de muertes por sobredosis en menores de 50 años. Es tal su impacto que generó la caída en la expectativa de vida por segundo año consecutivo al 2016, por lo cual en el 2017 la Oficina de Salud y Servicios Humanos declaró la crisis emergencia de salud pública.
Para algunos, el problema se inició en la década de los 90, cuando el manejo del dolor se convirtió en prioridad y las farmacéuticas afirmaron, mediante “especialistas”, que los medicamentos no causaban adicción. A partir de esa fecha, la prescripción de opioides creció exponencialmente: entre 1991 y el 2016 pasó de 76 millones a 289 millones de pastillas recetadas anualmente, lo cual tuvo como resultado la muerte en Estados Unidos de más de 130 personas diariamente, que 11,4 millones hagan mal uso de ellas y 2,1 millones presenten desórdenes en su salud.
Las razones por las cuales Estados Unidos es el país más afectado son multidimensionales: problemas estructurales, supervisión laxa de las autoridades a cargo, entre ellas la FDA, el cabildeo de las farmacéuticas y la poca preparación en las Escuelas de Medicina en el entendimiento del dolor, como señala Richard Frank, de la Universidad de Harvard.
Quizás el motivo más profundo y doloroso, por su impacto social, es la carencia de un sistema de seguridad social universal para proteger a los más vulnerables, pues, según la profesora Judith Feinberg de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia Occidental, “la mayoría de los seguros, especialmente los que tienen las personas pobres, no pagan por otra cosa que no sean píldoras”.
Muchas veces nos concentramos en lo negativo, pero al ver hoy lo que sucede en los Estados Unidos, hago un llamado para celebrar uno de nuestros históricos aciertos, como lo es la salud solidaria y universal gracias a la Caja Costarricense de Seguro Social.
La autora es politóloga.