Me preocupan los datos de la última encuesta del INEC en materia de empleo: subió el desempleo.
El rostro humano detrás de este informe: hay 229.082 personas desocupadas, 22.035 más con respecto al primer trimestre del año anterior y los más afectados son las mujeres y los jóvenes.
Si desagregamos las cifras por género y edad, el aumento del desempleo del 9,1 % al 10,3 %, tenemos que en los hombres, si bien resultaron afectados, no fue tan significativamente, con un 8,6 %, como sí lo fue en el caso de las mujeres, donde subió a un 13,1 %.
Lo mismo sucedió con los jóvenes con edades entre los 15 y los 24 años. La tasa de desempleo es del 19 %, lo cual significa que 15.000 jóvenes están desocupados, 11.000 de ellos mujeres (31,3 %), y esperemos no incrementen la cifra ya alarmante de aquellos que ni estudian ni trabajan (ninis), semilla de cultivo para el embarazo adolescente, la delincuencia y la drogadicción.
Dos de las prioridades por delante son la generación de empleo y la reducción del déficit fiscal, que con acciones acertadas pueden ser un binomio virtuoso, ¿cómo?, tomando las medidas valientes que el país necesita no solo en mayores ingresos, sino también con un verdadero compromiso en materia de control de gasto, señal indispensable para la inversión y el crecimiento. No hacerlo generaría lo opuesto: más desempleo.
Vale también recordar los estudios que muestran cómo el mecanismo más inteligente de creación de riqueza y crecimiento es el aprovechamiento del talento femenino en la economía, una evidente oportunidad cuando nuestra tasa de ocupación es tan baja como un 37,1 %.
¿Qué hacer? Ampliar el acceso y la cobertura de la Red de Cuido con la idea de estimular a la mujer a trabajar o emprender un negocio exitoso para que prospere, y no como sucede ahora, que cuando el ingreso aumenta ya no califica para el beneficio, ¡qué contrasentido!
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Facilitar el acceso a la banca de desarrollo, promover incubadoras que consideren la visión de género y las oportunidades específicas por región, apoyarlas con programas de autoestima e innovación, acompañamiento (mentores), facilitación de trámites (gobierno digital) y articulación a las cadenas de valor, son medidas en las cuales las ONG y el sector empresarial pueden ser aliados estratégicos.