Durante varios años, agosto ha sido declarado por el Ministerio de Educación Pública el mes de la ciencia, la tecnología y la innovación.
Por otra parte, desde los espacios de dos ONG en las cuales participo, hemos venido trabajando fuertemente en la incorporación de más mujeres a las carreras STEM (ciencias, tecnología, ingenierías y matemáticas) porque en la era del conocimiento, de la inteligencia artificial y de la cuarta revolución industrial serán ganadores los países que aprovechen el 100 % de su talento, y el nuestro puede y debe ser pionero.
Según datos del Informe estado de la educación (2019) en las materias STEM, además de que solo representan el 37 % de las oportunidades educativas en las universidades públicas, persisten notables brechas de género tanto en la matrícula como en las estadísticas de graduación.
Física e ingeniería mecánica reportan la menor participación de mujeres, con apenas un 20 % de la matrícula, y en número de graduadas son las ingenierías el eslabón más débil, con un 30 % del total.
De ahí que resulte ejemplar la decisión tomada por la Universidad Técnica Eindhoven, destacada en el campo de la ingeniería: desde el 1.° de julio del 2019 y por un término de 18 meses la universidad solo acepta hombres si no hay candidatas adecuadas para puestos científicos.
Durante 10 años, ese centro de estudios hizo ingentes esfuerzos para aumentar el número de mujeres docentes, pero aun así se mantiene muy por debajo de otras universidades holandesas y europeas, con un 16 %. Por ello, tomaron esta medida catalogada por su rector, Frank Baaijens, como radical.
El plan tendrá una duración de cinco años, y se ha denominado Irêne Curie Fellows, quien fue la primera y única mujer en haber recibido dos premios Nobel, uno en física y otro en química.
La meta es alcanzar como mínimo un 25 % de profesoras titulares y un 35 % de mujeres asistentes. La medida también tiene como propósito incrementar el número de alumnas, actualmente en un 25 %.
En momentos cuando hay escasez de profesionales en ingeniería no puede excluirse al 50 % de la población. Además, afirma Baaijens, “está demostrado que la fuerza de trabajo diversa da mejores resultados, es más creativa y facilita la innovación”.
La autora es politóloga.