Se ha convertido en una dolorosa experiencia revisar periódicamente las deudas de la sociedad con los jóvenes, particularmente, cuando con bombos y platillos se celebra cada año el Día Internacional de la Juventud, el 12 de agosto.
Son seis “cuentas por pagar” que inciden negativamente en su desarrollo saludable. La primera es garantizar la graduación en secundaria de la totalidad de los adolescentes y que la educación que reciban sea de calidad, pues uno de los problemas más graves es que el 52 % de la población de entre 18 y 24 años no ha terminado el bachillerato y un 18,3 % (144.000) ni estudia ni trabaja; alrededor de 50.000 en el rango de 12 a 16 años no asisten al colegio y solo 1 de cada 10 jóvenes pobres cursa estudios superiores.
La segunda es brindar educación sexual integral de calidad en la secundaria. En este aspecto se dieron avances significativos con el Programa de Sexualidad y Afectividad del MEP. Sin embargo, siguen existiendo resistencias y está pendiente que se amplíe de manera sistematizada a quinto y sexto grado de escuela, si queremos mayor repercusión.
La tercera es que todo adolescente o joven de entre 15 y 24 años, excluido del sistema educativo, adquiera competencias y habilidades técnicas o vocacionales que le permitan conseguir un empleo o realizar un trabajo propio. En este aspecto, el efecto de los programas de empleabilidad es reducido en vista de la demanda exponencial, aunado a que el desempleo a esas edades es casi el triple del desempleo general.
Por otro lado, el 47,1 % de entre 15 y 24 años desempeña empleos precarios, informales, lo que conlleva poca estabilidad, malos salarios, carecer de seguro social o una pensión en el futuro.
Se prevé que alrededor de 400.000 llegarán a la edad de retiro sin un ahorro, ya que el 26 % de quienes tienen entre 15 y 34 años no cotizan para el IVM. Además, el 66 % de los desempleados tienen menos de 34 años y el 64 % no terminó la secundaria.
Atención sanitaria
La cuarta es desarrollar políticas y planes de salud para adolescentes, que incorporen servicios diferenciados e integrales, que contribuyan a una adolescencia y juventud sanas, y una adultez con calidad de vida.
Lamentablemente, se han desatendido las acciones de promoción, prevención y atención de la salud integral de la población adolescente y joven, ya que la cobertura de la atención es de apenas el 33 %.
La gran paradoja después de casi 30 años de haberse debilitado el Programa de Atención Integral en Salud Adolescente de la CCSS es que la Junta Directiva de la institución aprobó una renovada Política institucional de adolescencia, desafortunadamente ejecutada de forma débil, con las consecuencias negativas de no actuar en las urgentes necesidades sanitarias de este grupo etario.
Ejemplos son la epidemia de obesidad, el aumento de enfermedades crónicas no transmisibles, el consumo de drogas, las muertes prematuras, el incremento de trastornos de alimentación, la depresión, la ansiedad, entre otros.
Un estudio llevado a cabo en el 2018 por el Ministerio de Salud en conjunto con otras instituciones encontró que el 20 % de los adolescentes dijo tomar bebidas con azúcar dos o más veces al día, el 26 % comía frutas una vez a la semana y el 20 % incluía vegetales solo una vez cada ocho días.
Una investigación nacional con adolescentes escolarizados, hecha por la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños en el 2019, halló que el 45 % consumían comidas chatarra más de tres veces a la semana.
Todo lo anterior se tradujo en que 1 de cada 5 adolescentes son prediabéticos y 1 de cada 4 de entre 19 y 35 años. El resultado final es que un 14 % de la población en general es diabética.
La quinta deuda con los jóvenes es la falta de protección contra la violencia. Una significativa cantidad de las víctimas de accidentes de tránsito, suicidios y homicidios son menores de 35 años.
Datos recopilados recientemente por la Universidad Hispanoamericana que analizan la mortalidad violenta y accidental en el período 2000-2022 corroboran lo anterior. Se suma a esto que el perfil de los sicarios ligados al narcotráfico no pasan de 35 años y no han completado la educación secundaria e incluso la primaria.
Escucharlos
La sexta deuda es incorporar adolescentes y jóvenes en la discusión de políticas y programas que los involucren. Sigue predominando la actitud adultocéntrica, que limita la participación de menores en la toma de decisiones.
Estas seis grandes deudas históricas forman parte de los objetivos incorporados a la Agenda 2030 de la ONU y que el país se comprometió a cumplir. Lo paradójico es que existen los espacios de coordinación interinstitucional e intersectorial para elaborar y ejecutar una política pública de adolescencia y juventud que subsane lo pendiente con ellos, pero se desaprovechan porque quienes poseen los conocimientos y la sensibilidad necesarios para esta gigantesca labor no están al frente de las instituciones estratégicas.
Tenemos una enorme ventana de oportunidad con el histórico bono demográfico, contamos en este momento con el mayor número histórico de personas de entre 10 y 25 años. Los datos muestran que este bono empezó a revertirse en el 2022.
Si no actuamos, las oportunidades de desarrollo se perderán y se hará realidad una nueva década pérdida, que muchos investigadores ubican entre los años 2014 y 2023, lo que vendría a empeorar el deteriorado panorama.
Alberto Morales Bejarano es médico pediatra, fue fundador de la Clínica del Adolescente del Hospital Nacional de Niños y su director durante 30 años. Siga a Alberto Morales en Facebook.