La administración Solís entra en la recta final de su mandato sacando pecho sobre su récord económico. En su tercer informe de labores, el presidente destacó la estabilidad macroeconómica, la reducción del déficit fiscal y la mejora en los indicadores de pobreza. ¿Se justifica tanto entusiasmo? A medias.
Empecemos por el crecimiento económico. Si bien en los últimos tres años ha sido saludable –un 4,3% anual en promedio–, se trata del mismo ritmo de los últimos 20 años. Aquí no hay nada destacable. Para un país en desarrollo como el nuestro, tampoco es para descorchar la champaña. Tomando en cuenta el crecimiento de la población, a este ritmo nos tomaría 20,6 años duplicar nuestro ingreso per cápita. Si Costa Rica quiere dar un salto contundente al desarrollo, debería aspirar a tasas de expansión económica del 6% o el 7%, como lo hicieron Chile e Irlanda en décadas recientes.
En el informe presidencial no se habló mucho de empleo. No es para menos. En campaña, Solís prometió 217.000 puestos de trabajo, pero al IV trimestre del 2016 solo se habían creado 15.355. La tasa de desempleo se ubica en un 9,5% –alta y sin mayores cambios desde el inicio del gobierno–. Difícilmente, la reducción en la pobreza sea sostenible a mediano plazo si la economía no está generando suficientes puestos de trabajo.
El presidente también resaltó una reducción del déficit fiscal, que cerró en el 5,2% del PIB el año pasado. En el 2013, dicho indicador fue de un 5,4%. Esto es como que un obeso con colesterol alto celebre que solo aumentó 5,2 kilos el año pasado en comparación con los 5,4 kilos de hace tres años. Lo cierto es que la deuda del Gobierno Central ha aumentado en 11 puntos porcentuales del PIB desde el 2013. No ha habido una mejora en la situación fiscal, todo lo contrario: estamos cada vez más cerca de una grave crisis económica. Además, no olvidemos que el PAC prometió recortar el déficit fiscal por la mitad para el 2016 sin necesidad de más impuestos.
Donde sí merece crédito el gobierno –y no es poca cosa– es en el combate de la inflación: esta ha promediado apenas el 1,7% en los últimos tres años. La inflación es en todo momento un fenómeno monetario, cuya responsabilidad yace en el Banco Central. Una inflación persistentemente alta había sido el azote de los bolsillos de los costarricenses desde los años ochenta. La administración Solís ha demostrado que sí era posible ponerle coto a este flagelo.