En un sentido muy real, la edad es estar aquí. Los juristas lo ven de otro modo: la edad es el tiempo transcurrido entre el nacimiento de una persona y un momento determinado de su vida; así entendida, aparece también en textos ajenos al derecho, como muestra el refranero: «El diablo es viejo; hazte viejo para poder entenderlo».
Al principio de El infierno, Dante alude implícitamente a la edad, en el primer sentido. En la antigua traducción de Bartolomé Mitre, pone: «En medio del camino de la vida, / errante me encontré por selva oscura, / en que la recta vía era perdida».
Muy recientemente, José María Micó lo tradujo así: «A mitad del camino de la vida, / me hallé perdido en una selva oscura / porque me extravié del buen camino».
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Las normas referentes a la edad adoptan siempre el segundo sentido y tienen propósitos diversos. La Constitución, por ejemplo, se ocupa de la edad incontables veces; entre ellas, destaca la disposición que asegura a los ancianos el derecho a la protección especial del Estado.
La Constitución no precisa a qué altura de la vida se configura la ancianidad y se accede al pleno disfrute de este derecho, pero lo concibe como un verdadero derecho fundamental y no simplemente como un objetivo de las políticas públicas.
Es un derecho cuya materialización exige del Estado una conducta proactiva, consistente en prestaciones normativas —incluida la regulación jurídica de obligaciones naturales privadas— y materiales, que en la medida posible garanticen al anciano estar aquí, con dignidad y bienestar.
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El anciano no puede ser diferido, y ha de ser especialmente protegido, sin mengua de su libertad. Opera además como un derecho instrumental que refuerza la realización de otros de la misma naturaleza, como la dignidad, la igualdad, la salud y la vida, y prohíbe la exclusión o la discriminación basada en consideraciones etarias.
Todo esto viene a cuenta del trato debido al anciano con motivo de la pandemia, que ha fluctuado entre abandonarlo a su suerte o, por el contrario, priorizar su salud y su vida, como hacen los programas de vacunación.
En esta encrucijada, nuestro pacto social señala claramente la recta vía, el buen camino.
El autor es exmagistrado.