En este país tenemos condiciones para una revolución tecnológica en nuestra política en salud, educación y ayudas sociales. Hay iniciativas importantes, algunas a medio palo y otras a punto de caramelo que dan esperanza.
Vean si no: tenemos camino recorrido con el Expediente Digital Único en Salud (EDUS) en el Seguro Social y una primera versión del Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (Sinerube) impulsado por Asignaciones Familiares empezará a trabajar en el 2017. Por su parte, el Ministerio de Educación Pública emitió una directriz para rescatar al Programa de Informatización de Alto Rendimiento (PIAD) de la deriva en que cayó en los últimos años –un expediente digital por estudiante y docente que contiene datos académicos y sociales relevantes–.
Herramientas así, trabajadas en conjunto, crean una plataforma para saber exactamente qué pasa con la plata que el Estado destina a la política social –casi una cuarta parte de lo que producimos en el país– para usarla mejor y ofrecer servicios de buena calidad.
Este es el momento adecuado para vencer las inercias. Aunque es común oír que la política social es pura burocracia (mucho rinrín y nada de helados), eso no es cierto. En vista del depresivo mercado laboral, donde hay alto desempleo e informalidad, las cosas estarían color de hormiga sino fuera por la política social. Dicho esto, es cierto que se puede hacer más y mejor con la misma plata, que la ciudadanía demanda mejores servicios y no hay cómo ampliar la inversión social con la situación fiscal que tenemos.
Muchos dirán: “Ay, Varguitas, usted hablando de cohetes cuando aquí andamos en carreta, ¿no ve todos los años que pasan sin que el EDUS arranque o el PIAD, una eterna promesa, se concrete?”. Cajita blanca por creer que los atrasos en la digitalización de la política social obedecen a dificultades técnicas.
Hay algo de razón en este reclamo, pues el escenario que pinté es el mejor de todos: que logramos concretar y conjuntar lo que hoy son iniciativas más o menos aisladas. Nos puede pasar como con lo del tren, que llevamos diez años agarrados del moño, que si tren eléctrico francés o español o si mejor un tranvía modernísimo, y mientras, los estudios van y vienen y ahí sigue el amasijo ese de latas en las mismas vías añosas.
Confisgados los ticos: pintar palomas en vez de hacerlas volar … solo que esta vez tenemos con qué hacerlas volar. No dejemos solos a los emprendedores públicos que están cambiando las cosas.