El tipo de cambio desempeña un papel crucial en la determinación de los flujos comerciales, la inflación, las inversiones y la competitividad de una nación. En los últimos 24 meses, el país ha experimentado una apreciación significativa del colón frente al dólar —alrededor del 20 %— y cunde la preocupación en diversos sectores económicos, especialmente en los vinculados a las exportaciones, el turismo y la inversión extranjera.
Los afectados esgrimen que la fuerte apreciación de la moneda resta competitividad a la producción costarricense. Agregan que el golpe ha sido súbito y que se suma a situaciones adversas recientes, tales como la pandemia, la crisis de los contenedores, el aumento del costo de las materias primas y los fenómenos climáticos adversos, y a las persistentes, entre estas, los altos costos de operación relacionados con infraestructura, energía, tramitomanía e impuestos.
Manifiestan que la situación se traduce en pérdidas económicas, pero sobre todo de empleos. Más aún, los ministros de Agricultura y de Turismo, y la Junta Directiva de Procomer enviaron cartas al Banco Central (BCCR), donde citan los mismos argumentos.
Como corolario, una de las mayores empresas bananeras cerró dos de sus fincas en el Caribe, señalando como factor principal la apreciación del tipo de cambio.
Varios economistas, diputados y empresarios coinciden en que la apreciación extraordinaria del colón está determinada por tres motivos que aumentan la oferta de dólares: 1) Los agresivos movimientos al alza de la tasa de política monetaria (TPM); 2) el endeudamiento en dólares del gobierno; y 3) el préstamo que recibió el BCCR del Fondo Latinoamericano de Reservas.
Dicen, además, que el mercado cambiario es pequeño y muy expuesto a los sesgos que determinan la TPM y la afluencia de dólares de los empréstitos internacionales. Otros van más allá y cuestionan el origen de muchos de esos dólares, lo cual es un asunto de discusión aparte.
Versión bancaria
A las críticas y preocupaciones, las autoridades del Banco Central responden que el tipo de cambio lo fija el mercado y que es poco lo que pueden hacer. Efectivamente, de acuerdo con el régimen cambiario, es en el mercado mayorista Monex y en las ventanillas de los bancos donde la oferta y la demanda de dólares determina el tipo de cambio, con intervenciones esporádicas del BCCR para atenuar movimientos súbitos.
Suponen, claro está, que el mercado opera sin imperfecciones y de manera independiente. De alguna forma, sugieren que el país es “víctima” del éxito de su sector externo, al incrementar las exportaciones, la inversión extranjera y la entrada de turistas. Con ello, la oferta de dólares en el país crece y esto se manifiesta en la apreciación del colón.
Algunos economistas, exministros y expresidentes del BCCR que defienden la situación actual sostienen que es normal que empresas se vean afectadas, pero que, al final, todo obedece a un problema de productividad.
Eventualmente, empresas en el margen desaparecerán y darán lugar a una reasignación de factores hacia emprendimientos más productivos. Indican que intervenir artificialmente la tendencia del tipo de cambio es un error y sería un subsidio para ciertos grupos de presión.
El presidente del BCCR refutó que la destrucción de empleos se deba a la apreciación del colón. Confundiendo la pérdida de empleos con la escasez de talento, manifestó que era una buena cosa que las multinacionales estuvieran buscando personal capacitado en Costa Rica. El presidente de la República afirmó, por su parte, que la apreciación del colón obedecía al crecimiento de la productividad del país.
Moneda sobrevaluada
Más allá de la discusión expuesta hasta aquí, vale la pena observar cómo se compara Costa Rica con sus competidores en el mundo. Recordemos que el país está completamente integrado a la economía internacional y las fluctuaciones del tipo de cambio repercuten en el desempeño de las empresas en el extranjero, la atracción de inversión extranjera directa y la llegada de turistas.
La competitividad es el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan la productividad de una nación, y el tipo de cambio es uno de esos factores.
El índice Big Mac ofrece una perspectiva sencilla e interesante sobre el poder adquisitivo y la competitividad entre diferentes países, al comparar el precio de la hamburguesa de McDonald’s como una manera informal de evaluar el poder adquisitivo relativo de las monedas, el tipo de cambio efectivo real y, por ende, la competitividad internacional.
Al analizar los datos, podemos hacer algunas observaciones sobre la competitividad internacional del país en relación con sus competidores. En la última edición publicada por The Economist, una Big Mac en Costa Rica valía $5,71; en Estados Unidos, $5,69; en México $5,19; en Colombia, $5,09; y en Guatemala $3,71.
Los datos reflejan que, frente a esta muestra de países, incluido Estados Unidos, el colón se encuentra sobrevaluado, por lo que las exportaciones costarricenses, inclusive los servicios de turismo, son más caros que los de nuestros competidores inmediatos.
Mediciones más sofisticadas del tipo de cambio efectivo real llevan a la misma conclusión: la sobrevaluación del colón frente a la gran mayoría de sus competidores. Hoy por hoy, el colón es una de las monedas más fuertes del mundo.
Las implicaciones de la apreciación de la moneda son preocupantes. Sencillamente, los bienes y servicios exportados se han encarecido más del 20 % en los últimos meses. El incremento es muy difícil que pueda ser compensado por aumentos en la productividad de las empresas, como sugieren algunos, sobre todo cuando otros determinantes de la competitividad, como la seguridad, la infraestructura y la educación, están en deterioro.
No creo prudente que las autoridades del BCCR y del Poder Ejecutivo ignoren la situación expuesta. La apreciación excesiva del colón corre el riesgo de destruir el tejido productivo, principalmente en industrias intensivas en mano de obra, como la agricultura, cuyos márgenes son pequeños y no soportan vaivenes en el tipo de cambio de esta naturaleza.
Aún más, la agricultura y el turismo son dos de las muy pocas actividades que proveen empleo en las zonas más desfavorecidas de Costa Rica. La situación del tipo de cambio es inconsistente con el objetivo de política pública de revertir los sesgos en contra de las costas y las fronteras.
Víctor Umaña es economista agrícola. Realizó sus estudios de posgrado en Economía Política Internacional en la Universidad de Berna y el ETH de Zúrich, Suiza. Es consultor internacional en comercio internacional, competitividad y desarrollo sostenible.