Todos hemos sido testigos, durante los últimos meses, del proceso de revalorización del colón, en el cual este ha ganado alrededor de un 20 % de valor frente al dólar.
No es el objetivo de este artículo entrar en las causas de ese proceso o en la forma como se ha manejado, para mi gusto un poco conservadoramente en cuanto a la baja de la tasa de política monetaria (TPM), valga solo rescatar que los números indican claramente que el Banco Central de Costa Rica, de la mano de Róger Madrigal, ha hecho enormes esfuerzos por dotar de cierta estabilidad la caída en el precio del dólar, y que de no haber sido así, hoy tendríamos un tipo de cambio muchísimo más bajo.
Imposible quedar impávido al observar que algunos partidos políticos y dirigentes empresariales, que despotricaban (y lo siguen haciendo) contra el intervencionismo del Estado y critican a quienes apoyamos grados moderados de intervención, hoy piden que el Estado, por medio del Banco Central, intervenga, todavía más fuertemente, en el mercado cambiario mediante el uso de recursos públicos para sostener o incrementar el tipo de cambio del dólar. Esto es realmente interesante y, sin duda alguna, merece ser recordado.
Una mayor intervención del Banco Central para subir el tipo de cambio implica que todos los costarricenses estaremos subsidiando un dólar más alto que el que resulta de las fuerzas del mercado, junto con una participación ya de por sí considerable del Banco Central.
Además, se estarían incrementando las ya existentes pérdidas del Banco Central (déficit acumulado a diciembre del 2023 de ¢3.765 millones). Por otro lado, cuando el Banco Central compra dólares, está emitiendo colones, lo cual va contra el esfuerzo de contención de la inflación que ha comandado con gran éxito el Banco Central. Vale traer a colación que la inflación es el impuesto que afecta más a los pobres.
Políticas para compensar
Hace varios días escribí en un chat a algunos amigos que era de esperar que el Poder Ejecutivo (no el Banco Central) presentara por estos días un conjunto de políticas públicas para compensar la situación que con la caída del valor del dólar se estaba presentando en el sector turístico, sobre todo a las pequeñas empresas (las grandes ya se acomodaron por precio), y en el sector agroexportador (donde el ajuste por medio de los precios de transferencia ya no da más). Políticas públicas que percibo como absolutamente necesarias.
Debe tener presente el Poder Ejecutivo, al diseñar esas políticas, que en las circunstancias actuales también tenemos ganadores, destaca aquí la masa de deudores de los bancos que tienen su ingreso en colones y créditos en dólares. Hoy necesitan menos colones para hacer sus pagos en dólares y, por ello, pueden contar con un excedente en colones, que no tenían antes.
También los importadores, principalmente del ámbito comercial, son ganadores netos: compran en dólares, venden en colones y cuando vuelven a comprar dólares para sus nuevas importaciones estos están más baratos, con lo cual en la siguiente importación benefician a todos los consumidores ofreciéndoles una rebaja en los productos importados. (Así debería funcionar).
Esas políticas públicas deben ser temporales, para que el país tenga el tiempo suficiente de determinar si estamos frente a un fenómeno temporal o estructural, que como tal va a permanecer en el tiempo y por tanto va a requerir políticas públicas de largo plazo, que entonces deberían ser diseñadas, socializadas y consensuadas, así como de decisiones empresariales alineadas con la nueva situación. Aunque por lo que vemos me parece que estamos frente a una situación que permanecerá en el tiempo.
Limitaciones
Lo más difícil del diseño de esas políticas es que deben tener las siguientes limitaciones: a) No pueden ser subsidios; b) no pueden tener un efecto fiscal negativo y; c) no pueden producir una reducción del ingreso para inversión social.
Dentro de ese marco, debo confesar que jamás pasó por mi mente que fuera necesario incluir otra limitación: d) No deben incluir una presión o afectación a la independencia del Banco Central.
En este caso me quedé corto ante las expresiones intervencionistas de los ministros de Agricultura, Comercio Exterior y Turismo. En buena hora, el presidente contuvo esa presión, indicando que la tendencia del dólar a la baja tan solo es “…un síntoma de éxito de la economía costarricense”, a lo cual me parece necesario agregar: “Así como al proceso de consolidación fiscal, exitosamente ejecutado por la Administración Alvarado Quesada”.
Si bien la clara indicación del presidente debe ser suficiente para detener la rebelión ministerial contra el Banco Central, todavía seguimos con una orfandad de propuestas de políticas públicas sobre la mesa, las que seguiremos esperando ver en los próximos días.
Estas, tengámoslo bien presente, y agreguemos como limitación: e) Deben funcionar positivamente para los sectores perjudicados, sin generar un perjuicio para los no beneficiados.
Finalmente, y antes de pecar de ingenuo, agregaré otra limitación que deben tener esas políticas públicas: f) No pueden promover tipos de cambio diferenciados o sectoriales. (Y si alguien tiene dudas sobre el porqué, solo tiene que mirar la situación de Argentina). Quedamos a la espera.
El autor es exministro de Hacienda.