Hace 25 o 30 años, la oferta educativa era muy acotada y rígida. Se presumía de la facilidad para las letras, las ciencias, las artes. Nos formábamos en silos profesionales académicamente puros, con escasas interconexiones.
Esa concepción está superada y se considera necesaria una conexión entre la creciente diversidad de habilidades, disciplinas, oficios y comunidades de conocimiento para impulsar la innovación, el desarrollo humano y el crecimiento económico.
Las mejores universidades del mundo han ido redefiniendo los programas para añadir diseño y creatividad a las ciencias duras e incorporar métodos científicos y análisis cuantitativo a las ciencias sociales y las carreras creativas. En varios países, la tecnología y el contenido cuantitativo se han integrado transversalmente a la malla curricular en todos los niveles.
Ha surgido, entonces, una tendencia hacia propuestas académicas y profesionales que enfatizan y combinan matemáticas, artes, tecnologías, ingenierías y ciencias: STEAM, por sus siglas en inglés, utilizado en todos los idiomas y que se traduce como vapor. Propongo que en español adoptemos el acrónimo MATIC, que recoge las cinco disciplinas mencionadas, es fácil de pronunciar y se asocia con matemática y TIC. Además, la i, de ingenierías, sirve también para innovación, que es resultado natural de la combinación de esas disciplinas.
Sobre cómo y por qué impulsar e integrar la enseñanza de las disciplinas MATIC, escribí un ensayo para el compendio 10 propuestas para mayor bienestar, publicado por la Academia de Centroamérica, que resumiré en las siguientes líneas.
Reflexionar sobre el futuro de la educación cuando el sistema está pasando por un momento tan crítico y el futuro de una amplia generación está seriamente comprometido es un imperativo ético y estratégico para el horizonte nacional en las próximas décadas con miras a la reactivación económica, el desarrollo humano, la productividad y la competitividad. Es ahí donde la fórmula +MATIC desempeña un papel fundamental.
En un contexto tan cambiante, no cualquier modelo educativo es adecuado para que un país pequeño y dependiente de la interconexión con el mundo prospere. La alfabetización científica es una necesidad apremiante e insoslayable; además, para los trabajos del futuro, son determinantes las llamadas destrezas para la vida, como pensamiento crítico, creatividad, solución de problemas, comunicación asertiva, análisis cuantitativo y cualitativo y la capacidad de aprender a aprender.
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Las economías de los países dependen cada vez más de los vertiginosos adelantos científicos y tecnológicos y, por ende, deben contar con amplias y diversas capacidades MATIC. El desempeño socioeconómico de las sociedades con orientación fuerte en esas áreas es superior a las que no lo tienen: mayores tasas de empleo, mejores remuneraciones y mejor inserción en las cadenas globales de valor. Son, asimismo, más resilientes a crisis económicas, eventos atmosféricos o pandemias.
La crisis sistémica de la covid-19 evidencia las ventajas comparativas de un pequeño grupo de países que, con gran agilidad, desarrollaron vacunas y tecnologías que los demás aprovechamos.
Son múltiples los factores que caracterizan a un país MATIC, pero destacaré tres determinantes: cantidad de graduados en carreras MATIC, inversión en Investigación y desarrollo (I&D) como porcentaje del PIB y un ecosistema adecuado.
En cuanto a la cantidad de graduados en MATIC, primeramente, debemos atender los enormes retos en escolaridad, calidad y pertinencia de la oferta curricular, y eficiencia de la alta inversión en educación. El porcentaje de graduación de secundaria es apenas el 55,7 % frente al 80 % en países de la OCDE.
Solo un 30 % de la matrícula del MEP en secundaria corresponde a educación técnica y apenas un 5 % de la fuerza laboral activa posee la secundaria técnica completa. En el ciclo superior, hay saturación de oferta y demanda de carreras que el mercado laboral tiene poca capacidad de absorber, mientras que las carreras MATIC son solo el 37 % de la oferta universitaria total. La ley de educación dual es un buen paso para ampliar el contingente con formación técnica, pero no basta.
La brecha de género en carreras y empleos MATIC es otro de nuestros mayores desafíos: se gradúan más mujeres que hombres de secundaria y educación superior; constituyen casi un 51 % de graduadas en carreras científicas y un 44 % de profesionales en investigación, pero mayoritariamente en ciencias médicas. Son solo el 35 % de las graduadas en ingenierías, tecnología y otras ciencias.
Las causas de esas brechas son múltiples y están asociadas a desigualdades estructurales familiares, sociales, educativas, financieras y laborales. Hay más mujeres en condición de pobreza, desempleadas, subempleadas y en informalidad; tienen menor participación en la fuerza laboral, menos acceso a seguridad social, tecnología y financiamiento.
Una serie de prejuicios hacen más difícil a las jóvenes acceder a esas disciplinas y permanecer en ellas; recientemente, varias estudiantes del Tec denunciaron acoso machista del que son víctimas por parte, aparentemente, de sus propios profesores.
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Los países más avanzados fijan objetivos nacionales de I&D y fomentan alianzas entre academia, Estado y sector empresarial, para que la I&D resuelva problemas y necesidades del sector productivo y de la sociedad. Costa Rica apenas invierte un 0,6 % del PIB y tiene 568 investigadores por cada millón de habitantes. Nueva Zelanda, con una población similar, dedica el doble. El promedio de gasto en países de la OCDE es un 2,5 % del PIB.
En cuanto al ecosistema MATIC, la OCDE ha señalado debilidades y barreras que dificultan la creación de un entorno adecuado, el desarrollo económico, la productividad, la competitividad y la adaptabilidad del país a los cambios tecnológicos y a todo tipo de crisis.
Hay buenas experiencias internacionales como referentes. La estrategia alemana MINT-Regionen (territorios MATIC), consistente en el desarrollo coordinado de educación en ciencia y tecnología en todas las regiones. Mentes integradas de Corea del Sur es un cultivo de talentos MATIC sobre el trípode estudiantes-docentes-contenidos en el ciclo educativo, en alianza con el sector productivo. Israel, “el país start-up”, creó un ecosistema ejemplar de impulso al talento científico, la industria tecnológica y un sistema financiero ágil y sofisticado.
Convertirse en un “territorio MATIC” le traería a Costa Rica múltiples beneficios. Materializarlo depende de una estrategia nacional potente y urgente, que involucre gobierno, empresas, trabajadores, academia y sociedad civil.
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Entre las medidas necesarias figuran resolver las grandes debilidades del sistema educativo y estandarizar la oferta de calidad en todo el territorio; integrar la enseñanza de ciencias y tecnología, y destrezas para la vida desde preescolar; capacitar docentes que adopten y multipliquen la metodologías pedagógicas necesarias; aumentar la proporción de colegios técnicos y científicos; acortar (durante unos años) los programas profesionales de carreras científicas y dedicarles un presupuesto significativo; eliminar los sesgos de género sistemáticos que producen en las niñas desinterés en las materias científicas y las desigualdades estructurales que les dificultan el acceso a estas; crear un marco regulatorio y reducir las barreras administrativas y financieras para un ecosistema MATIC. Impulsar la diversificación y tecnificación productivas, las alianzas público-privadas y la inversión en I&D e innovación.
La autora es consultora en políticas públicas.
