Llega febrero con un sistema político partidista resquebrajado. El bipartidismo está agotado. Sus fortalezas parecieran concentrarse en tener equipos con experiencia de gobierno. Pero, bajo la lupa, esa pericia se resume en capacidad de gestión de lo mismo, no de transformación.
Hace mucho que Costa Rica no conoce liderazgos transformativos. Si para algunos el PAC se vinculaba con expectativas de renovación, de eso no quedó ni la sombra.
Los impactos de la disfuncionalidad estatal se traducen en pervivencia de pobreza, miseria educativa, acentuación de inequidad, brechas territoriales; en una palabra, total insolvencia de la gobernanza para cumplir las promesas democráticas.
LEA MÁS: El corcho se hundió
La resultante insatisfacción social con el “sistema” se tradujo en la fractura del bipartidismo y una proliferación partidista, muchas veces meramente parasitaria, que obliga a la dispersión irresoluta del voto.
Esta crisis de representación política de la ciudadanía se traduce en la impotencia del electorado para marcar rumbo en el primer intento de las elecciones generales.
De ahí las obligadas segundas rondas. Pero ellas vienen contaminadas con otra disfuncionalidad sistémica. La necesidad de reforma se impone. La democracia tiene en las urnas su instrumento, y la premisa mínima para un Ejecutivo transformador es tener fuerza parlamentaria para lograrlo.
El sistema que une en un mismo acto la elección del ejecutivo con el legislativo en primera ronda condena a los candidatos de la segunda ronda a no poder intentar siquiera alcanzar fuerza suficiente para gobernar con un mínimo de estabilidad legislativa.
Eso es así porque las curules se repartieron ya en la primera vuelta, y gane quien gane tendrá que gobernar con la Asamblea elegida en medio desconcierto y dispersión.
Algo tan simple como separar las elecciones legislativas de las presidenciales y situarlas en la segunda ronda ofrecería a los candidatos la oportunidad de mejorar su caudal legislativo.
Las segundas vueltas podrían revestir así un carácter realmente transformativo. Esta idea no es nueva. Ha sido discutida en múltiples foros.
Yo la presenté en este espacio (23/2/2021). Rubén Hernández la acaba de retomar (28/12/2021). Pero si de algo padece nuestro sistema político, es de sordera. La necesidad de reformas se muerde la cola.
Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.