Los fuegos se abrieron en Ucrania. ¿Quién es responsable? Hay narrativas contrapuestas. Occidente da por sentada una agresión de Putin. ¿Agresión, así, sin más? Eso sería demasiado simplista. Otro relato encuentra asidero en la expansión de la OTAN.
En el crepúsculo de la Guerra Fría, Mary Sarotte explicó cómo Gorbachov propuso un sistema de seguridad euroasiático, sin bloques militares. Estados Unidos lo rechazó, pero se comprometió a atender la sensibilidad rusa. George H. W. Bush dijo a Gorbachov que la OTAN no se extendería ni una pulgada al este. Y así fue por diez años. Pero Clinton decidió consolidar militarmente el retroceso económico de Rusia que colapsaba bajo recetas del FMI y la conducción etílica de Yeltsin.
La política estadounidense dio un giro de agresiva expansión de la OTAN. En 1999 se amplió a República Checa, Hungría y Polonia. En 2004, siguieron Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. Rusia protestó, pero estaba débil para contener ese acercamiento amenazante. Si lo toleró fue porque solo los países bálticos la bordeaban. Llegó 2008 y se ofreció membrecía a Georgia y Ucrania, ya en fronteras rusas. Francia y Alemania lo vetaron, pero quedó como espada de Damocles.
Esa gota desbordó el vaso. Ese año Rusia invadió Georgia y debió haber sido seria la advertencia. Putin protestó, pero la OTAN siguió sorda hacia el este, con Albania y Croacia. El 9 de enero del 2014, Foreign Affairs advirtió: «Toda gran potencia reacciona ante amenazas en su puerta. Estados Unidos no toleraría que grandes potencias estacionasen fuerzas armadas en sus fronteras». Memento Cuba 1962.
La marcha rusa fue crónica anunciada. Desde 2008 han pasado 14 años sin atender las preocupaciones rusas de salvaguardia. Pero no es tiempo de recriminaciones. Hay que apaciguar los vientos de guerra. ¡Cuidado! La paz no está amenazada solo en Europa, sino en todo el mundo. Las sanciones no resuelven, sino que solo agravan tensiones. Hay que reorientar la trocha que nos lleva al vacío.
¿Es tan difícil concebir una Ucrania neutral? ¿Es tan imposible construir un orden de seguridad sin amenazar a Rusia? Hace ocho años, Kissinger creía posible un enfoque en el que todos ganaran. Hoy, eso parece lejano. Pero no lo es tanto, si se piensa que reparar lazos con Moscú es la única salida sensata.
La autora es catedrática de la UNED.