Doña Marcelle Taylor Brown fue mi profesora de Español en el Colegio Diurno de Limón, a finales de la década de los 70. Desde entonces, es una persona influyente en la vida de los limonenses, no solo por dar discursos, sino también por ejecutar acciones para impulsar el desarrollo educativo y cultural.
Fue una visionaria en tiempos en que se vislumbraba una de las peores crisis económicas de Costa Rica, porque la recuerdo en el aula tratando de convencer a alumnos y padres de que la educación iba a repercutir en la calidad de vida para bien. Paralelamente, inculcaba el aprecio por las comidas, los cantos y los bailes tradicionales para motivarnos a valorar nuestras raíces, historia e idiosincrasia.
Con justa razón, la Asamblea Legislativa la declara ahora, a sus 90 años, ciudadana de honor. Durante la entrega de la distinción, doña Marcelle hizo un llamado a erradicar el racismo y demandó al gobierno y diputados que “vuelvan los ojos hacia Limón” con acciones y leyes que generen empleos para contrarrestar la pobreza, el hambre, la desigualdad y la deserción de estudiantes que no pueden continuar en las aulas, pues el gasto se hace insostenible en sus hogares.
Muy válido su mensaje, pero agrego un ingrediente vital para el desarrollo de Limón: que los limonenses abran ojos, oídos y boca para cuestionar. Un caso vergonzoso es tolerar a Japdeva el mantener ociosos los $72 millones que el concesionario APM le ha transferido por el canon de explotación de la terminal de contenedores de Moín, los cuales deben ser invertidos en “el desarrollo regional”.
Gobierno y administradores no pasan de hacer pomposos anuncios sobre proyectos que se financiarían con ese dinero, y el tiempo se va en tramitomanía. Las consecuencias las pagan los limonenses con pobreza, delincuencia, homicidios e inseguridad. Dinero hay; voluntad, falta. Pero también falta exigencia porque ese dinero es de los limonenses, no de los burócratas.
Es vital que el Gobierno Central y la Asamblea Legislativa den prioridad a Limón y que sus ciudadanos asuman un papel crítico con las instituciones locales. Cuestionar fue otra enseñanza de doña Marcelle.
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El autor es jefe de Redacción de La Nación.