“¡Yo me como la bronca!”. Esa fue la promesa principal que Rodrigo Chaves, con las venas de su garganta hinchadas, gritaba con furia a sus partidarios durante los mitines electorales. Pero no ha sido capaz de cumplirla.
En el contexto de la campaña, la frase “Yo me como la bronca” significaba “Soy muy macho y no me temblará la mano para enfrentar los problemas principales del país. Yo, Rodrigo Chaves, lo haré por mi cuenta y los resolveré”. Pero no lo ha hecho.
A dos años de haber asumido el poder, la Ruta del Arroz es un fracaso, la Ruta de la Educación sigue existiendo exclusivamente en la mente de la ministra, el precio de las medicinas no bajó, la presidenta de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es un desastre, los cartagineses siguen sin saber si tendrán su hospital, la inseguridad sigue en aumento, decenas de miles de estudiantes se quedaron sin la beca de Avancemos, los programas culturales están siendo eliminados o enormemente recortados, la situación del dólar está trastornando las exportaciones, afectando el turismo y creando desempleo, al tiempo que el precio de lo que se importa no baja como debería ser.
Además, presume que bajó el desempleo, pero tiene el cuidado de no decir que en parte esa reducción se debe a que millares dejaron de buscar trabajo. Presenta como suyos logros económicos que son el resultado de las acciones tomadas en el gobierno anterior.
Y lo mismo puede decirse en cuanto a obra pública, sector donde, según Chaves mismo, su ahora exministro favoreció a una empresa con un sobrecosto de ¢1.000 millones.
Círculo vicioso
No obstante lo anterior, Chaves advierte que el 52 % de los costarricenses aún lo evalúan favorablemente (al tiempo que opta por ignorar que al comienzo eran alrededor del 72 %).
¿Cómo puede ser —se habrá preguntado— si hasta el momento no tengo logros que mostrar? Y ahí fue cuando tuvo la revelación, la iluminación, el insight profundo: “Lo que mantiene a flote mi nave no son mis resultados; son mis broncas”.
Chaves entendió que quienes lo evalúan favorablemente no lo están haciendo por su capacidad política de alcanzar acuerdos —no la tiene— ni por su competencia jurídico-administrativa para formular correctamente proyectos —tampoco la tiene—, sino porque su verborrea llena de ira y de rabia resuena con la ira y la rabia que sienten esos costarricenses.
En lugar de mejorar su capacidad de negociación, ahora grita “¡No me dejan gobernar!”, y enmascara así su propia incompetencia. En vez de mejorar su capacidad jurídico-administrativa ahora grita: “¡El Estado de derecho es un estorbo!”, y oculta así su inutilidad.
Por este camino estamos llegando a un pésimo y peligroso circulo vicioso: millares están enojados porque no se resuelven los problemas, y Chaves no hace por donde resolverlos para que el enojo se mantenga.
Alimenta el enojo y se alimenta del enojo. A quien vimos fuera del Congreso el 2 de mayo en la noche no fue al presidente de los costarricenses, sino a un agitador agitando a los agitados. El círculo se cierra. Y nada mejor para provocar broncas que convocar referéndums.
Verdadero referéndum
Así, lo que inicialmente se refería a un problema que debía ser enfrentado y resuelto se convierte en el método para seguir gozando de respaldo. “Yo me como la bronca” se transmuta en “Yo provoco la bronca”.
A mis compatriotas, con todo respeto, les quiero preguntar, y en especial a quienes mantienen el respaldo a Chaves pero que aún su bronca no los ciega: frente a un problema grave que tenga algún ser querido que le provoca ira y rabia, ¿ustedes le aconsejarían que tome decisiones en medio de la bronca y del enojo, o le pedirían que se calme antes de tomar una decisión?
El verdadero referéndum que la totalidad de la ciudadanía debemos hacer es respondernos la siguiente pregunta: ¿Quiero seguir con bronca y que los problemas no se resuelvan o quiero que los problemas se resuelvan para no seguir con bronca? ¡Esa es la cuestión!
El autor es periodista y escritor.