Ahora que le Selección Nacional regresó de Alemania, las críticas caen como granizo sobre los jugadores y Alexandre Guimaraes.
Pero no nos engañemos, la responsabilidad de lo que ocurrió en el Mundial no es solo de Guima y los futbolistas.
No estoy acá para defenderlos, pero tampoco veo justo que el dedo solo se dirija hacia ellos cuando hay muchos otros responsables del ridículo.
Ya lo dijo el argentino Jorge Mario Olguín cuando se fue del Saprissa: "Los dirigentes de Costa Rica piensan como fanáticos".
Así es. Mientras quienes llevan el timón del futbol actúen con el hígado, y antepongan sus intereses a los de la Selección, vamos a seguir en el mismo lodazal.
Al hablar de fanatismo incluyo a un sector de la prensa que utiliza sus micrófonos o libretas para decir cuanto quieren, dejando claro que no son más que cabezas calientes con cierto grado de verborrea.
Se ve feo hablar de los colegas, pero no me gusta que el periodismo sea desprestigiado por cualquiera que crea que tiene la potestad de hablar sin pensar lo que dice, y mucho menos analizando la situación como profesional.
Volviendo al tema de los dirigentes, mientras estos "funcionarios del futbol" crean que antes que la Sele están los equipos, que se debe cambiar el técnico cuando les venga en gana o que ellos son más grandes que su institución, las cosas irán mal.
Así es el futbol tico, con "dirigentes" que ahora que la Selección está mal no dan la cara ni recuerdan que antes de valorar lo que representaba un Mundial primero impusieron el "futbolito" que hacemos en Costa Rica. Lo llamo "futbolito" porque lo que dejaron ver Alemania, Ecuador y, en menor medida, Polonia, es que el tipo de juego que se practica aquí es obsoleto.
Nuestros rivales desnudaron lo que se hace acá, donde con canchas que dan pena mantenemos un ritmo lento y frágil que es inútil ante oponentes físicamente mejores.
Pienso que tenemos talento para sobresalir como México y Estados Unidos -por razones obvias dejo de lado a Suramérica-, mas no se puede avanzar si mantenemos un estilo ya superado y terrenos de juego que ni en las escuelas de futbol de otros países se utilizarían.
Es cierto que somos un país pobre, que construir canchas buenas sale caro, pero también lo es que el balompié es muy bien visto por los patrocinadores.
Como ven, la culpa de lo que pasó en Alemania no es solo de Guima y los futbolistas, ya que hay otros factores que se deberían tomar en cuenta a la hora de criticar.
El mal que padece el balompié nuestro hace años está presente y ya llegó la hora de erradicarlo.