El despilfarro de dinero público en el INS queda, una vez más, al descubierto. Ahora es con las cinco auditorías externas por las que pagó $1,5 millones (¢778,5 millones), cuyas recomendaciones incumplió.
¿Para qué, entonces, contratarlas si no iba a aplicar ni una sola de las recomendaciones que dieron los contadores públicos para hacer un manejo eficiente de las finanzas?
Las dudas, una vez más, sobran, y lo que sí queda claro es que el INS se ha venido manejando en un total desorden, cuyos costos tenemos que pagar los costarricenses mediante tarifas de las pólizas e impuestos.
El despilfarro parece ser la regla y no la excepción. Se ha dado con la convención colectiva, que solo el año pasado costó ¢7.500 millones para sus 2.500 empleados, quienes tienen derechos como el pago de cesantía sin límite, permisos con goce de salario y sueldo casi completo en el pago de incapacidad. ¿Derechos o privilegios?
Más despilfarro se dio con los millones pagados de más al corredor de seguros londinense PWS (más de $723.000). Precisamente, las cuentas con esa firma no están claras, y una vez más se hace necesario que la Contraloría y el presidente ejecutivo, Guillermo Constenla, cumplan el compromiso de poner al descubierto números y nombres.
Más despilfarro se da con los 400 vehículos tirados en dos patios, deteriorándose, algunos desde hace 18 años. ¿Cómo es que a nadie en el INS se le había ocurrido venderlos?
Eso no solo es desidia: es corrupción porque dejaron arruinarse bienes por los que el Estado pudo obtener ganancias.
Al despilfarro hay que sumar las pérdidas de ¢1.400 millones en los primeros siete meses del año en el rubro de seguros voluntarios de vehículos. Es inconcebible que el INS sufra pérdidas cuando tiene el monopolio y sus tarifas son costosas. La ineficiencia lo está matando..., y los ticos pagamos el muerto.
Por todo lo anterior, el despilfarro también está en salarios pagados a presidentes ejecutivos, y otros grandes jefes, que no han sabido manejar bien esa institución, al colmo de que contrataron las auditorías millonarias, para archivarlas.
Una vez más, hay más que poner el dedo en la llaga y que les duela: el sindicato UPINS se concentró en pedir, pedir y pedir privilegios y no eficiencia.
Por eso, la apertura del monopolio más bien nos hace un favor a los costarricenses.