Cuántos miles de cartas se habrán quedado en el camino por indicar la dirección a la tica? "De la pulpería La Chanchita, 400 al este, 200 al sur y 25 al norte." Bueno, y a partir de ahí, ¿qué? No queda otra que el cartero pregunte, de casa en casa, por el fulanito.
Si pasa el proyecto de ley que tramita la Asamblea Legislativa para transformar en Correos de Costa Rica S.A. a la actual Dirección Nacional de Correos y Telégrafos, esto cambiará en forma paulatina.
Su novedad está en obligar a las constructoras y a los municipios a tomar medidas para que el cartero pueda llegar directamente.
En las nuevas urbanizaciones, la regla será numerar calles y casas. En los condominios, el constructor tendrá que asignar un casillero postal a cada vivienda. Esta nueva disposición hará que los ticos nos vayamos acostumbrando -al menos en nuestras barriadas- a dar direcciones por número de calles y no por puntos de referencia tan conocidos como cantinas, pulperías, escuelas o iglesias.
Al proyecto sí le hace falta obligar a los municipios a identificar con rótulos claros los números o nombres de calles y avenidas. Cuántas veces uno ve un anuncio en el periódico de que la calle 22, entre avenidas tal y tal, estará cerrada por reparaciones. ¿Y cuál es la calle 22? Nunca lo adivinaremos si no se nos da un punto de referencia.
Y así seguiremos mientras los municipios no se lancen hacia un preciso programa de señalización. Si antes alegaban escasez de recursos para hacerlo, con los ingresos que les genera el impuesto a los bienes inmuebles no tienen posibilidad de queja.
Pero no todo es cosa de ellos. También es obligación de cada padre y cada educador promover en sus hijos y alumnos el dominio de las direcciones por calles y avenidas. Esa es la única forma de que lleguen a guiarse por un mapa, ya sea en San José, Limón, Puntarenas, Liberia o cualquier otra ciudad.
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