“La fuerte estación seca y la disminución de las lluvias han limitado la disponibilidad de recursos hídricos, lo que ha provocado racionamientos en el suministro de agua potable y afectado la generación de electricidad con plantas hidroeléctricas, que representan aproximadamente el 75 % del total de la energía generada”, afirmó la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos el 12 de junio.
El martes, la misma entidad señaló riesgos para el suministro de agua a corto y mediano plazo por falta de infraestructura suficiente para satisfacer la demanda, especialmente, en vista del “estrés hídrico” producto del cambio climático y, ahora, del fenómeno de El Niño.
Por su parte, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) extendió la generación con combustibles fósiles al segundo semestre por primera vez en siete años, con probable afectación de las tarifas futuras y razones para temer por el abastecimiento. El nivel del embalse en la planta de Arenal presagia nuevas dificultades.
El 8 de mayo, la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias declaró el estado de advertencia y un mes más tarde impuso la alerta verde en todo el territorio por el déficit de lluvias pronosticado para los próximos meses a consecuencia del fenómeno de El Niño. A la CNE no se le escapó advertir sobre los retos para la generación eléctrica por el empobrecimiento de los embalses y el perjuicio para la agricultura por la sequía, entre otros peligros.
El cambio climático conspira con El Niño para incrementar el riesgo de enfermedades por proliferación de vectores, inundaciones en algunas zonas, riesgos por exposición a rayos solares, altas temperaturas, incendios forestales y contaminación ambiental, pero en materia energética y de abastecimiento de agua, el tercer conspirador es la imprevisión.
El peligro para el suministro de agua señalado por la Aresep responde a la mala gestión de proyectos en el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA). La entidad se ha endeudado para ejecutar obras de infraestructura sin trasladar el costo a las tarifas y ahora acumula deudas por unos ¢15.000 millones. Para enfrentar esas obligaciones financieras, emplea recursos destinados a la reposición de activos y la reinversión en sistemas de suministro de agua.
“Si esta situación continúa, el servicio de acueducto se dirige hacia un colapso operativo”, porque no se podrá reponer o sustituir activos, tales como las tuberías en uso desde 1950 y urgidas de reparación para evitar fugas. Mientras el clima nos niega el agua, los acueductos despilfarran hasta el 50 % del líquido captado. No obstante, apenas en abril, el Instituto se planteó la posibilidad de abandonar un proyecto de $162 millones para eliminar el desperdicio. Dos meses más tarde, anunció su continuidad, pero los titubeos dicen mucho de la gestión institucional.
En el ICE fallaron los cálculos de la demanda de este año, pero también la previsión de las afectaciones climáticas. El año pasado, el Instituto fue el principal exportador de energía en Centroamérica gracias a sus plantas hidroeléctricas. Las ventas al extranjero se reflejan en una mejora de los resultados económicos del período. Mientras tanto, el embalse del Arenal, el más grande del país, alcanzó uno de los niveles más bajos de los últimos diez años.
Así como escasean las inversiones en el AyA, el desarrollo de fuentes alternativas de energía encara infinidad de obstáculos, no obstante la certeza de mayores dificultades climáticas en el futuro. El Niño es un fenómeno cíclico. Vino, se irá y volverá. El cambio climático es más permanente y progresivo. En el futuro seguirán confluyendo, pero bastan las predicciones sobre la alteración del clima para entender la necesidad de ajustes radicales, especialmente en la planificación.
Renzo Céspedes, asesor de la Corporación Hortícola, identificó la imprevisión como origen de las amenazas encaradas por su sector. No obstante, el diagnóstico tiene valor generalizado: “El problema es que se debía actuar con anticipación, desde hace tiempo, pero hasta el día de hoy solo existen promesas de ayudar a crear reservorios de agua. Es evidente que se requieren inversiones en proyectos de almacenamiento, pero se ha actuado con tardanza”.