De conformidad con el artículo IV de su ley constitutiva, el Fondo Monetario Internacional (FMI) debe celebrar reuniones bilaterales con los países miembros al menos una vez al año. La última sesión de trabajo del FMI con nuestro país tuvo lugar en mayo y, como resultado, el organismo multilateral emitió, en junio, un comunicado sobre su apreciación de nuestra economía. La visión del FMI es muy importante y vale la pena repasar sus principales consideraciones y preocupaciones, que en mucho coinciden con las de destacados analistas costarricenses y con las que hemos oportunamente manifestado.
La primera preocupación es relativa al creciente déficit fiscal y el consecuente aumento del endeudamiento público, a lo cual –desafortunadamente– no le vemos solución a corto plazo. Reconoce el FMI que ese faltante de recursos debe eliminarse mediante una combinación de reformas para reducir el gasto y aumentar los tributos, en especial el impuesto al valor agregado.
De esta idea participan muchos costarricenses y miembros de los principales partidos políticos, pero no existe una posición única pues, si bien algunos confían en recargar el ajuste a los tributos, otros –entre los que nos incluimos– consideran que el esfuerzo también debe venir por el lado del gasto y, para que sea sostenible en el tiempo, es necesario plasmarlo en reformas legales porque hacerlo con simples medidas administrativas no apareja ningún compromiso en el futuro.
La política cambiaria, tan importante en países abiertos al comercio exterior como Costa Rica, fue analizada por la misión del FMI y, si bien no se pronunció sobre el nivel del tipo de cambio, sí recomendó permitir que el valor de la divisa sea más flexible, esto es, que refleje mejor las fuerzas de oferta y demanda del mercado. Si el precio en colones de la divisa estuviera sujeto a mayor variación que la observada, los agentes económicos interiorizarían mejor esa circunstancia y tomarían oportunamente las medidas de protección que más les favorezcan. Además, la mayor flexibilidad reduce la posibilidad de devaluaciones abruptas.
También recomienda el FMI dotar de más transparencia las intervenciones de las autoridades en el mercado cambiario, a efecto de que los agentes económicos puedan hacer sus cálculos con más elementos de juicio. Las intervenciones arbitrarias y sorpresivas del Banco Central no constituyen la mejor política. Coincidimos con las apreciaciones del FMI en cuanto a la importancia de lograr más flexibilidad y transparencia cambiaria.
Muy asociado con lo anterior, el FMI se mostró preocupado por la alta dolarización de los activos y pasivos del sistema financiero, pues un choque externo o interno que eleve el precio de la divisa puede poner en problemas a los entes financieros, a las empresas y a las personas físicas. En nuestro medio, buena parte de la dolarización de operaciones financieras se debe a la estabilidad del tipo de cambio en los últimos años y a condiciones crediticias y de ahorro favorables para quien opta por pactar en dólares.
El FMI ve con buenos ojos la adopción de medidas macroprudenciales en el sistema financiero porque aumentan la resistencia de nuestra economía a los choques externos. También destaca la necesidad de hacer reformas en los campos indicados porque el entorno económico-financiero externo que nos favoreció en el pasado reciente (precios bajos de materias primas, entre ellas el petróleo y sus derivados, baja inflación y tasas de interés internacionales) tiende a “normalizarse” con efectos desfavorables para el país.
Por último, acentúa la misión del FMI la urgencia de adoptar medidas para aumentar la productividad, como las relacionadas con inversión en infraestructura física básica, mejoras en el sistema educativo y en la administración pública. En suma, el trabajo del FMI al amparo del artículo IV es muy valioso y esperamos que las autoridades y el sector privado hayan tomado nota.