La Unión Europea decidió convertirse en la primera región con impacto climático neutro y se fijó la meta de lograrlo en el 2050. No podrá hacerlo si consume productos de países con normas ambientales laxas y se verá obligada a privilegiar a los socios comerciales capaces de ofrecer garantía de buenas prácticas.
El Pacto Verde Europeo se compone de políticas relacionadas con el clima, la energía, el transporte, la agricultura y los alimentos. Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, también ha expresado intenciones de incorporar a su política de comercio exterior criterios ambientales más rigurosos, lo cual afectaría, además de las importaciones, la inversión en terceros países desde donde se exporta al mercado norteamericano.
Las previsibles exigencias impondrán ajustes a los productores agroindustriales en materia de empaques reciclables, controles sobre los terrenos utilizados para cultivo, que no podrán ser áreas recientemente deforestadas, y reducción del uso de pesticidas y fertilizantes. La adaptación no será fácil, especialmente en vista de los efectos del cambio climático sobre las zonas cultivables, las enfermedades de las plantas y las plagas.
No obstante, el país no puede renunciar a su tercer socio comercial y debe prepararse para los cambios que puedan presentarse en la relación con el primero. Los nuevos estándares más bien podrían constituirse en una ventaja comparativa para una Costa Rica ya comprometida con el ambiente. Hay mucho por hacer, es cierto, pero la distancia de los competidores es amplia.
La primera obligación del Estado es preservarla, no solo en la agroindustria. El país no debe permitirse ningún retroceso ambiental ni alentar dudas sobre su vocación verde. Aparte de las razones ecológicas, existen ventajas económicas, como la posibilidad de atraer inversiones de industrias interesadas en producir con mínima alteración del ambiente para tener acceso a los mercados más exigentes.
En el 2021, el país vendió a la Unión Europea $2.707 millones y el 53,6 % de esa suma son productos del sector agroalimentario, como banano, piña y café oro, pero el comercio podría crecer si se aprovechan las nuevas oportunidades. Según la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), “Costa Rica puede… ganar espacios de mercado dejados atrás por otros países con menor competitividad ambiental”.
Costa Rica viene acrecentando ventajas en áreas como la cobertura de bosques y el desarrollo de energía limpia, pero persisten rezagos en el transporte y el uso de fertilizantes y pesticidas. El consumo promedio de estos últimos ronda los 34,45 kilogramos de ingrediente activo por hectárea cada año, según investigaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Controles más rigurosos deben prevenir, desde ahora, incidentes como la detección de un cargamento de melones con una concentración de clorotalonil de 0,08 mg/kg, cuando la cantidad permitida en la UE es de apenas 0,01 mg/kg.
La transformación verde de los sectores y prácticas con rezago no debe esperar la vigencia de los nuevos requisitos. Es preciso comenzar la adaptación de inmediato para hacerla con una gradualidad razonable. De poco sirve, como se ha visto en algunos sectores, lamentar la imposición de nuevas exigencias. Es mejor, como lo venimos argumentando, hacer desde ahora cuanto esté al alcance para sacarles ventaja. La habilidad para hacerlo dependerá también de políticas diseñadas para aumentar la competitividad en todos los campos y de la asistencia técnica brindada por el Estado.