A Rigoberto Jiménez Campos lo llamaron el 20 de julio del Hospital México para informarle de que no sería posible atenderlo ese día, a las 3 p. m., para aplicarle el tercero de 28 tratamientos de radioterapia contra el cáncer de próstata. El acelerador lineal que le correspondía, el número cuatro, se averió, y ni él ni otros 72 enfermos recibirían la terapia, pospuesta para finales de agosto.
Así ocurre cada vez que alguno de los cinco equipos del México falla. Ese es el único centro de radioterapia de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Cada año atiende a unos 4.800 enfermos. Hace pocas semanas, comenzó a operar un sexto equipo, pero se dedicará a fortalecer los planes de contingencia para enfrentar la nueva avería.
“Esas máquinas pasan trabajando 24/7. La CCSS debería tener un centro con más aparatos. Es una inversión muy grande, pero vale la pena. En el tiempo que he estado aquí, he visto gente de Guanacaste, Limón y Puntarenas viajar desde lejísimos para recibir el tratamiento”, comentó Jiménez.
Este vecino de La Unión tiene razón en casi todo. El servicio de radioterapia del México atiende 24 horas, 6 días a la semana (24/6) desde el 2018, cuando otra crisis obligó a correr para no dejar a los enfermos a la deriva. La Caja, efectivamente, debería tener otro centro de radioterapia… y lo tiene, pero sin estrenar.
Son instalaciones subterráneas con dos aceleradores lineales de última generación en las cuales se invirtieron $16,8 millones. Edificio y aparatos están listos desde febrero, pero el hackeo del 31 de mayo impidió su funcionamiento. Según la Gerencia de Infraestructura, el tiempo transcurrido entre febrero y mayo no alcanzó para finalizar la fase conocida como “comisionamiento”, en la cual se sincronizan los equipos con los sistemas informáticos, entre varias otras tareas críticas para empezar a irradiar enfermos. A pesar de las explicaciones, no queda claro por qué esa fase se prolongó tantos meses.
Mientras enfrenta las secuelas del ciberataque, la CCSS decidió suspender los contratos necesarios para poner en operación el Centro Conjunto de Radioterapia hasta por seis meses. Allí atenderán a un 25% de los pacientes que actualmente van al Hospital México. Se trata de 1.200 personas al año, referidas por los hospitales San Juan de Dios, Nacional de Niños y Geriátrico.
En el ínterin, a pacientes como Jiménez y otros que vienen desde más allá del Valle Central, a veces a citas a las 3 a. m. —la radioterapia de madrugada es uno de los horarios ofrecidos—, no les quedará más remedio que esperar. Lo harán en un clima de incertidumbre y angustia, nada propicio para sobrellevar el padecimiento.
La avería del acelerador 4 y el retraso de la entrada en funcionamiento del Centro Conjunto de Radioterapia también afectan a por lo menos 334 enfermos de cáncer que, hasta la semana pasada, estaban en fila para iniciar la irradiación. La espera promedio es de 45 días, informó el Hospital México.
El hackeo constituye un motivo de fuerza mayor, pero es innegable que el proceso para poner en operación el Centro Conjunto de Radioterapia venía con retraso. Su apertura fue prometida para el 2020. Antes de eso, la Caja solo tenía cuatro aparatos (como en los anteriores 14 años). Ese número es a todas luces insuficiente para las crecientes necesidades de radioterapia. En ese entonces, había 800 personas en fila y se calculaba la necesidad de unos 10 aceleradores.
La crisis denunciada por este diario cuatro años atrás sigue, con un nuevo capítulo donde los enfermos continúan como las principales víctimas. La institución dispone de cinco aparatos que empiezan a irradiar enfermos a las 6 a. m. del lunes y finalizan el sábado siguiente, a las 10 p. m. Se turnan los roles: dos equipos dan terapias diurnas y los otros tres, en las noches. El sexto aparato entró a funcionar hace una semana, en horario de 6 a. m. a 10 p. m. Con él, se busca aumentar la capacidad de atención de 382 a 422 pacientes diarios.
Aún no se llega a los diez aceleradores estimados como necesarios cuatro años atrás, aunque algunos especialistas hablan de un número mayor (hasta 16 aparatos), y las necesidades seguirán en crecimiento, si se toma en cuenta que unos 11.500 costarricenses reciben cada año la noticia de que padecen cáncer, según datos del Registro Nacional de Tumores del Ministerio de Salud y del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Al aumento de las necesidades se suma la falta de planificación institucional denunciada por el Colegio de Médicos. Esa carencia de previsión ha impedido reemplazar equipos y ampliar la capacidad instalada, germen de las periódicas crisis en el servicio de radioterapia. El problema también quedó en evidencia hace pocas semanas, cuando La Nación dio a conocer que la tardanza en la compra e instalación de un equipo de braquiterapia, para combatir el cáncer de cérvix, obligó a enviar pacientes a recibir tratamientos en Panamá. El costo de esa atención en el exterior fue el doble del valor del aparato.