Las recientes medidas arancelarias de la administración de Donald Trump han desatado una peligrosa escalada en una guerra comercial innecesaria. Con reacciones inmediatas de actores clave como China, Canadá y la Unión Europea, estas políticas han generado una gran incertidumbre económica y fuertes repercusiones en los mercados financieros internacionales. Los inversionistas, preocupados por el riesgo de una recesión mundial, han reaccionado con nerviosismo, lo cual ha provocado caídas drásticas en las bolsas de valores alrededor del mundo.
En los últimos días, los principales índices bursátiles han registrado pérdidas históricas. El Dow Jones cayó 1.200 puntos al inicio de operaciones el lunes, mientras que el S&P 500 acumuló una pérdida superior al 20% desde su máximo reciente, entrando en territorio bajista. El Nasdaq también sufrió caídas significativas. Estas cifras reflejan un nivel de volatilidad no visto desde la pandemia de covid-19.
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Aunque los mercados tienden a adaptarse con el tiempo, si las medidas arancelarias persisten y Estados Unidos no logra alcanzar acuerdos comerciales relevantes con sus principales socios, de manera que se reduzca la incertidumbre y se estabilicen las cadenas de suministro globales, es probable que el impacto continúe presionando los mercados financieros. Esto podría traducirse en un menor crecimiento económico a nivel mundial.
En Costa Rica, las consecuencias han trascendido al comercio, el turismo y la inversión extranjera directa –las víctimas inmediatas de las medidas–. Un artículo reciente de este medio mostró que las repercusiones de la política comercial de Estados Unidos ya tocan también las puertas del Régimen Obligatorio de Pensión Complementaria (ROP), uno de los tres pilares del sistema de pensiones del país.
Como se sabe, muchas de las operadoras de dichas pensiones complementarias –como Popular Pensiones, BN Vital y BAC Pensiones, entre otras– colocan parte de sus inversiones en los mercados internacionales como una forma acertada de diversificar el riesgo y maximizar rendimientos. Actualmente, se estima que cerca del 35% de los recursos del ROP (aproximadamente ¢4,30 billones) están invertidos en los mercados internacionales.
Dichas inversiones se hacen en acciones y otros instrumentos financieros negociados en los mercados bursátiles extranjeros, por lo que el comportamiento de aquellos tiene efectos directos en los rendimientos locales y en el monto que finalmente reciben los jubilados. En un mundo intensamente interconectado como en el que vivimos, resulta imposible salir ileso de lo que acontezca fuera de nuestras fronteras y de las decisiones de otros gobiernos, pero es de esperar que las oscilaciones actuales sean de carácter temporal, mientras se dan los ajustes correspondientes, por lo que, en principio, no debe prevalecer un temor infundado, sobre todo tratándose del largo plazo. Lo más probable es que, luego de las correcciones del caso, se inicie una recuperación paulatina de los valores afectados, aunque no se sepa a ciencia cierta cuánto puede tardar ese proceso.
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Sin embargo, para aquellas personas mayores de 60 años y cercanas a la jubilación –unas 80.000, según datos de la Superintendencia de Pensiones (Supén)– el plazo para una recuperación podría ser insuficiente. Esto podría obligarlas a posponer el retiro de sus fondos para evitar pérdidas significativas.
La situación actual nos recuerda la importancia de insistir en la adopción de los llamados “fondos generacionales”, un modelo que permitiría gestionar los recursos según la edad del afiliado. Bajo este esquema, las inversiones para personas mayores estarían protegidas contra volatilidades coyunturales como la actual, lo que haría que el sistema previsional costarricense fuera más robusto. Lamentablemente, el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) ha postergado por un año la implementación de estos “fondos generacionales” bajo el argumento de que aún se requieren más estudios. Esta decisión hace que, en el futuro, miles de personas queden expuestas innecesariamente a riesgos similares al que estamos viviendo hoy.
Un régimen de pensiones sólido es esencial para garantizar estabilidad económica y social en las etapas más vulnerables de la vida. Aunque ningún sistema puede ser completamente inmune a las turbulencias locales o globales, adoptar medidas como la de los “fondos generacionales” puede mitigar significativamente sus efectos negativos. Posponer estas decisiones injustificadamente a nadie beneficia.