El 28 de diciembre, el Banco Central intervino en el mercado cambiario (Monex) para evitar un “movimiento abrupto” en el valor del dólar. Ese día, el Central vendió $10,9 millones de sus reservas para frenar el alza en el dólar, cuyo valor subió ¢7, de ¢591 en el cierre del día anterior a un máximo de ¢598 el día de la intervención (cerca de ¢10 cuando se comparan los promedios de cada día).
Esta es la primera venta de dólares significativa del ente emisor en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) desde el 30 de agosto del 2022, cuando vendió $8,3 millones. Llama la atención este esfuerzo del Banco Central por detener el alza del dólar, pues no actuó de la misma forma cuando el tipo de cambio se depreció. Según el tipo de cambio de referencia para la venta en el Central, en los últimos seis meses el valor del dólar cayó cerca de ¢100, lo que representa una apreciación de más del 16 %. En este lapso, en no menos de 15 ocasiones, el tipo de cambio cayó más de ¢6 en comparación con el cierre del día anterior, sin que el BCCR interviniera para evitar tales “movimientos abruptos” a la baja.
Muchas de estas caídas en el tipo de cambio se producen al inicio de las sesiones del Monex, cuando el volumen es muy bajo y con unos cuantos miles de dólares algunos participantes logran afectar el tipo de cambio en un 1 % o más. Este comportamiento es típico de mercados poco profundos y ocasiona alta variabilidad en el valor del dólar. Esto repercute innecesariamente en un mayor riesgo cambiario, lo que hace más difícil que los precios se ajusten cuando el dólar baja de valor, pues existe una mayor incertidumbre sobre el precio futuro de la moneda.
Esta asimetría en el mercado cambiario está siendo utilizada por el Central para controlar la inflación, junto con el incremento en las tasas de interés en colones, con el fin de incentivar el ahorro en moneda nacional, tanto de inversionistas locales como extranjeros. Sin embargo, aunque la inflación ha venido cediendo, según la Cepal, a octubre del 2022 Costa Rica presentó una inflación por encima de la mediana latinoamericana, lo cual da una idea de que el origen de nuestra inflación es más local que importado.
Como en todos los cambios de precios, siempre existen ganadores y perdedores. En el caso del tipo de cambio, la apreciación de la moneda favorece a los deudores en dólares, pues el mismo Estado es el deudor más grande del país. Como el gobierno no es un generador de divisas, la apreciación beneficia sus finanzas, ya que debe dedicar menos colones a pagar la amortización y los intereses vencidos. Esto se refleja como una mejora en los resultados fiscales. Por su parte, los importadores también se ven beneficiados, pues el costo de sus productos en colones se reduce, con el consecuente incremento en las ganancias o rebaja en los precios, como espera el Banco Central.
La otra cara de la moneda son los generadores de divisas, o sea, los exportadores de bienes y los prestadores de servicios a foráneos, como en el caso del turismo. La apreciación del colón los afecta, pues los productos y los servicios del país se vuelven más caros cuando se expresan en dólares. Es aquí donde esta política deliberada de apreciar la moneda debe ser conducida de manera muy cuidadosa, puesto que el sector exportador ha sido el principal motor de crecimiento del país en las últimas décadas.
Lo ideal sería que la apreciación de la moneda fuera el resultado de una mejora en la productividad de los costarricenses. De lo contrario, la manipulación del valor del colón hace que los exportadores pierdan competitividad ante importaciones más baratas. Eso causa que estos sectores sean menos dinámicos y se estanquen el crecimiento económico y la generación de empleo.
Esta pérdida de competitividad es aún más preocupante cuando se observa que ningún país de América Latina ha visto una apreciación de su moneda tan fuerte como la del colón costarricense y aunque el dólar ha perdido fortaleza en los últimos meses, su precio sigue siendo elevado en las principales economías del mundo. Esto nos hace perder más competitividad frente a regiones como la zona euro y el Reino Unido, región de procedencia, junto con los Estados Unidos, de la gran mayoría de los turistas que nos visitan.
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