Tres autobuses eléctricos donados por el gobierno de Alemania prestarán servicio en el mismo número de rutas de la Gran Área Metropolitana. El plan piloto asignará los vehículos a los recorridos desde San José hasta Desamparados, Tres Ríos y Alajuela por periodos de cuatro meses en cada caso.
A las ventajas más obvias de la electricidad, como la operación silenciosa y la eliminación de emisiones, los vehículos añaden más confort, menos vibración, espacio para sillas de ruedas, plataformas de acceso más próximas a la acera y cargadores para dispositivos electrónicos.
En Santiago de Chile comenzaron a circular autobuses eléctricos hace unos cinco años y su flotilla rondará 800 unidades a fin de año. Las pruebas comenzaron con mayor modestia que las de nuestra capital, con un solo autobús a finales del 2016. Panamá y Buenos Aires están completando sus planes piloto y en Cali, Colombia, el sistema de transporte opera cerca de 150 autobuses de este tipo.
Otras grandes ciudades se interesan por la nueva tecnología. Costa Rica, país bendecido con grandes y diversas fuentes de energía eléctrica, no debe quedar atrás. Los equipos todavía son costosos, pero su operación es mucho más barata, no solo por el ahorro en combustibles, sino también en mantenimiento y repuestos.
La clave del costo, no obstante, son las baterías y justamente en ese rubro se producen los principales avances. Los analistas de la industria se han visto obligados a ajustar la fecha pronosticada para la equiparación del costo de los vehículos de combustión con el de los eléctricos y las estimaciones más recientes señalan la mitad de la década. No en balde Elon Musk, creador de Tesla, prometió el martes mercadear un automóvil de esa marca por $25.000 dentro de tres años.
Las baterías avanzan en precio y densidad energética (cantidad de energía almacenada por unidad), con lo cual se abaratan los vehículos y aumenta su autonomía. Los autobuses donados por la cooperación alemana viajan 250 kilómetros con una sola carga; una quinta parte más que el recorrido diario de las rutas seleccionadas. La carga de las baterías tarda tres horas y se hace de noche, cuando las tarifas son más bajas, pero el tiempo requerido también viene en caída.
Los motores eléctricos son mucho más sencillos y no necesitan cambios de aceite y repuestos con tanta frecuencia. La reducción del gasto en esos rubros se estima en un 70 %, pero, en Costa Rica, las mayores oportunidades están en la electricidad misma, mucho más barata que el diésel por kilómetro recorrido y con posibilidad de mejores precios si se aprovechan los recursos y se logra la disminución en las tarifas exigida desde hace años por los sectores productivos y los hogares.
La incorporación al servicio público de los tres autobuses donados por Alemania es providencial. La pandemia dio al traste con el proyecto de traer una docena de autobuses, por cuenta del mismo número de empresas, para probarlos en todo el país. El plan piloto con los tres vehículos recién importados permitirá recopilar información sobre su desempeño en territorio nacional y evitará la pérdida de tiempo por el descarrilamiento de la iniciativa acordada con anterioridad.
El futuro del transporte debe ser limpio, colectivo y lo más barato posible. Los autobuses eléctricos están entre las soluciones más prometedoras. En ciudades como Santiago de Chile, ya ni siquiera pertenecen al futuro. Costa Rica no debe quedar rezagada.