El sistema educativo defrauda a los niños de cuarto grado, incapaces de leer y escribir, según el IX Informe del Estado de la Educación, basado en una diversidad de datos y entrevistas con maestros tan angustiados como deben estar los padres de familia. Según el Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) los procesos de aprendizaje en Costa Rica perdieron al menos dos años y ningún otro país latinoamericano, salvo México y Ecuador, sufrió tanto rezago.
La pandemia halló al país desprovisto de los recursos necesarios para la educación virtual. Cayó encima de la cadena de huelgas iniciada en el 2018. Antes de eso, los análisis del sistema educativo, incluido el Estado de la Educación, ya daban cuenta de significativos rezagos, comenzando por la lectoescritura, base del aprendizaje. Sucesivas capas de desaciertos e infortunios nos han traído hasta aquí, un punto de innegable y definitiva crisis.
Según el 80 % de los profesores encuestados, los alumnos de la actualidad tienen menos conocimientos que los exhibidos por el estudiantado antes del apagón educativo, causado por las huelgas y la pandemia. Seis de cada diez revelan que sus estudiantes escriben con demasiadas faltas de ortografía y no saben leer textos simples con fluidez.
Las deficiencias del presente afectarán el aprendizaje futuro si las rectificaciones no se producen con urgencia. Según el Estado de la Educación, ya podría ser tarde para buena parte de la generación de estudiantes matriculados en décimo año, quienes, por las circunstancias de su desarrollo educativo, son la “generación menos preparada”.
En el período 2018-2019, mientras terminaban la primaria, perdieron una tercera parte del año escolar, debido a la huelga magisterial. En el 2020, ingresaron a sétimo grado, pero comenzó la pandemia de covid-19 y se produjo el cierre de centros educativos sin contar con los recursos necesarios para compensar mediante la educación virtual. En el 2021, hubo enseñanza mixta, pero perdieron mes y medio por la suspensión de clases. En el 2022, cuando estaban en noveno año, las autoridades educativas interrumpieron los planes de nivelación académica del gobierno anterior y los dejaron sin evaluación nacional al cancelar las pruebas FARO.
La rectificación es urgente para frenar la afectación de nuevas generaciones. Marielos Murillo, de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR), lo cree posible si se actúa con prontitud, se identifican los casos de rezago y se les atiende de manera directa. Eso, precisamente, es lo que en este momento no ofrece el Ministerio de Educación.
Los resultados de las pruebas nacionales estandarizadas poco aportaron al conocimiento del estado de la enseñanza y la distribución de los alumnos en las categorías básica, intermedia y avanzada dicen muy poco sin una definición precisa de su significado y sin datos de desempeño en contenidos y habilidades específicos.
No obstante, la ministra Anna Katharina Müller, sin conocer aún el Informe del Estado de la Educación, afirmó: “Nosotros, en el MEP, tenemos nuestro diagnóstico y es muy certero. Vamos a comparar y ver en qué coincidimos y en qué no estamos de acuerdo. Puede ser que haya cosas en las que tengamos una visión diferente y estemos avanzados en soluciones”.
Ojalá así sea. Ojalá, también, la publicación del Informe Estado de la Educación sea la oportunidad para revelar al país el diagnóstico “certero” del Ministerio y las “cosas” en cuya solución se avanza. Precisamente, parte del problema es que la política educativa de la actual administración apenas fue definida como “un proceso vivo” y, desde entonces, poco se le ha añadido a la definición.