La peregrinación a la Casa Presidencial en procura de votos para los cargos del Directorio legislativo el primero de mayo pone en entredicho la independencia de poderes consagrada por la Constitución Política para evitar la sumisión de uno de ellos a cualquiera de los otros y, en especial, al Ejecutivo, porque su influjo sobre los demás implica la anulación de contrapesos indispensables para la vida en democracia.
Por lo pronto, las negociaciones están sumidas en una nebulosa. Risueños, representantes de los partidos Unidad Socialcristiana, Liberal Progresista (PLP) y Nueva República parecían haber logrado un acuerdo el viernes antepasado para unir fuerzas con la bancada oficialista y tomar el Directorio.
La noticia despertó inquietud en el PLP, donde afloraron fuertes críticas contra Eliécer Feinzaig, jefe de fracción y ex candidato presidencial, quien ahora dice no poder seguir en la negociación después del ataque del presidente, Rodrigo Chaves, a dos diputados limonenses y la Contraloría General de la República.
No obstante, el único punto que trascendió de las negociaciones del viernes fue, precisamente, la petición del Ejecutivo para impulsar una ley destinada a debilitar los controles sobre la contratación pública y facilitar la construcción de la Ciudad Gobierno, proyecto adelantado por la anterior administración y replanteado por la actual con un modo de ejecución contrario a la ley.
Feinzaig niega haber manifestado su acuerdo con el proyecto y dijo estar dispuesto a revisar algunos procedimientos, junto con la Contraloría, para agilizarlos sin debilitarlos; sin embargo, la reforma es la única pieza de la negociación hecha pública, aparte de la intención de tomar el control del Directorio y las comisiones.
Los demás partidos también dijeron tener consideraciones sobre la modificación de las potestades de la Contraloría y el oficialismo negó que exista vínculo entre ese asunto y los votos para el Directorio. La falta de transparencia dio pie a especulaciones, como la posible inclusión de la venta del Banco de Costa Rica en los acuerdos. En suma, poco se sabe de lo negociado el viernes.
Esta semana, el presidente de la República tenía en agenda un almuerzo con el presidente legislativo, Rodrigo Arias, para conversar sobre el Directorio, aunque las esperanzas de reelección serían menores si el acuerdo de la semana anterior se mantuviera en pie. En una carta dirigida al mandatario, Arias declinó asistir al almuerzo citando las mismas razones expuestas por Feinzaig para declarar la dificultad de seguir adelante con las negociaciones.
“Para nosotros en el PLP, la defensa del Estado de derecho y de la separación de poderes, es decir, la defensa de la democracia liberal es fundamental y no podemos seguir en una negociación en estas circunstancias. Mucho tendría que cambiar para reconsiderar esta posición”, dijo Feinzaig. Por su parte, Arias afirmó: “No son de recibo los ataques verbales infundados que procuran socavar la independencia de la Asamblea Legislativa o de la Contraloría General de la República”.
Las declaraciones de ambos afirman la independencia del Congreso, pero es más importante observar sus actuaciones. Por lo pronto, la disposición a negociar fuera del Parlamento no contribuye a preservar ese principio y los acuerdos a puerta cerrada se harían notar en poco tiempo, para descrédito de la Asamblea Legislativa.
Los dos bandos parecen empeñados en convertir al mandatario en el gran elector. No importa si alguno de ellos logra su favor o si eso inclina la balanza, la Asamblea Legislativa ya perdió.