Costa Rica tiene un sector agrícola de buen tamaño, pero el seguro de cosechas es relativamente pequeño. El Instituto Nacional de Seguros (INS), administrador de la cobertura desde hace décadas, no ha logrado ampliar su alcance y no solo ha dejado de llevar protección económica a las unidades productivas necesitadas, sino que ha operado con una cartera muy volátil, pues si bien en algunos años obtiene ganancias, en muchos otros experimenta pérdidas.
Las primas recibidas por seguro de cosechas ascendieron en el 2018 a ¢236 millones, pero los reclamos fueron por ¢338 millones, cuando lo típico en materia de seguros comerciales es que las indemnizaciones se sitúen alrededor del 60 % de las primas. Con los recursos restantes se cubren gastos y se genera utilidad. Las pérdidas en el 2016 fueron mayores, mientras que en el 2017 la actividad generó una ganancia. En todo caso, se trata de cifras bajas comparadas con las típicamente manejadas por el INS.
La aseguradora estatal, manifestó su presidente ejecutivo, Elian Villegas, debe ampliar la cobertura. El propósito es incluir “coberturas nuevas para actividades avícolas y acuícolas”, con el objetivo de "diversificar en cultivos y zona geográfica porque es una forma de reducir la siniestralidad” (“Seguro de cosechas deja pérdidas al INS en el 2018”, La Nación, 26/3/2019).
En efecto, los seguros comerciales se basan en la ley de los grandes números (LGN): si el número de asegurados homogéneos e independientes es mayor, más estables serán los resultados del aseguramiento. En cosechas, desafortunadamente, suele darse mucha concentración de riesgos por zonas agrícolas, y eso tiende a alejar los resultados de las predicciones de la LGN. Como reconoce el INS, la concentración en pocos cultivos deja la cobertura más expuesta al clima y las plagas. Por eso es tan deseable avanzar en la diversificación anunciada por el jerarca.
Sin embargo, hay una imprecisión en las afirmaciones del presidente ejecutivo, pues la diversificación no reduce la siniestralidad. Afecta la volatilidad o variabilidad de los resultados, no la pérdida promedio. Para reducir la siniestralidad —razón de indemnizaciones con respecto a primas devengadas— se requiere elevar estas últimas o, mejor aún, condicionar la emisión del seguro a la adopción de prácticas de cultivo más seguras. En muchos medios, el seguro de cosechas constituye una útil herramienta, pues la evidencia estadística ayuda a los agricultores a conocer mejor dónde cultivar y cuáles productos.
El otro elemento por considerar es el componente de subsidio que se pueda incorporar a las primas de seguro, que estaría llamado a crecer en términos absolutos si la cobertura se amplía como lo anuncia el INS. Hay defensores de la práctica porque a fin de cuentas se trata de un “estímulo” estatal al sector agrícola. Ese argumento no es aceptable, pues el costo de los subsidios sale de algún lado, muy probablemente de las primas de otras líneas de seguro. Se trataría de un impuesto con asignación específica y en Costa Rica la materia tributaria le está reservada a la Asamblea Legislativa. Por otra parte, sabemos el resultado ruinoso de subsidios tan cuestionables como el aprobado hace pocos años a favor del seguro de los motociclistas.
Coincidimos en la necesidad de dar al seguro de cosechas un tratamiento similar al de otras líneas administradas por el INS, como a los seguros de vida, pero es necesario hacerlo sobre robustas bases técnicas. Si el Instituto procede de esta forma, beneficiará a muchos agricultores y a la ciudadanía en general.