Jonathan Prendas, diputado del bloque independiente Nueva República, exhibe su ignorancia de los métodos de investigación social con conmovedora ingenuidad. Está convencido de la “rigurosidad metodológica” de las “encuestas” ejecutadas en las redes sociales y considera a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, el fiel de la balanza y justo escarnio de los escépticos.
Como cualquiera hace una encuesta, Prendas se animó a hacer la suya y preguntó a los usuarios de Facebook sobre la norma técnica emitida para regular la interrupción del embarazo cuando esté en peligro la vida o salud de la madre. La formulación de la pregunta, motivo de desvelo para los investigadores sociales, no le planteó problema alguno. Como tenía clara la respuesta deseada, intentó provocarla. “¿Está de acuerdo con que la norma técnica ignore el derecho a la vida que legalmente tiene en Costa Rica el bebé en gestación?”, reza la única interrogante.
El sesgo es tan obvio que la gente comenzó a responder en broma. Cuando los bárbaros dispuestos a tolerar la inobservancia del derecho a la vida alcanzaban un 82 %, Prendas puso fin a su empeño científico, ejecutado bajo las rigurosas normas de Zuckerberg y Facebook. Para entonces, había 13.310 respuestas.
Una encuesta de verdad, conducida por el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica en asocio con la Defensoría de los Habitantes y la representación local de las Naciones Unidas, encontró que solo el 58 % de los enterados respalda la verdadera norma técnica. ¿De dónde salió el 82 % dispuesto a apoyar una medida tan radical (y alejada de la verdad) como la descrita por la pregunta de Prendas? La explicación más probable es el ánimo de vacilar al legislador para reprochar la cómica manipulación de la pregunta.
Prendas acusó a La Nación de mentir en su recuento del incidente. “Jonathan Prendas borró ‘encuesta’ sobre norma técnica tras resultados que le desfavorecían”, rezaba el titular, que no pudo ser más preciso en la descripción de los hechos. Según el diputado, la frase significa que decidió eliminar la encuesta porque el resultado no le fue favorable, pero el titular, y la nota, solo dicen que borró la encuesta “tras” los resultados desfavorables. Eso fue, sin duda, lo que pasó.
Ahora, en las páginas de opinión, podemos apartarnos de la descripción objetiva para afirmar que, según nuestro criterio, las inesperadas respuestas fueron, evidentemente, el motivo de la eliminación de la “encuesta”. Según el diputado, la verdadera razón fue la advertencia de buenos samaritanos sobre la necesidad de “ajustar” la redacción de la pregunta, no porque estuviera ridículamente sesgada, sino “porque no se estaba comprendiendo bien”. Es difícil creerlo.
A cualquier mal estadístico le pasa. La pregunta habría sido más clara si en lugar de desplegar, también, su falta de formación jurídica, Prendas simplemente hubiera preguntado: “¿Está de acuerdo con que la norma técnica ignore el derecho a la vida del bebé en gestación?”. Todavía más claro sería preguntar: “¿Está de acuerdo con que la norma técnica ignore el derecho a la vida?” y, para ser absolutamente inequívoco: “¿Está de acuerdo con que la norma técnica estimule el exterminio masivo de nonatos?”.
Luego de explicar la razón, digamos “técnica”, de su decisión, el diputado escribió: “Por cierto, leyendo esta nota de La Nación que les menciono: 1- habrá que decirle a Mark Zuckerberg que a la competencia del Washington Post no le gusta la rigurosidad metodológica de las encuestas de Facebook…”.
Es decir, el mismo diputado que dice haber invalidado el resultado de una “encuesta” en Facebook porque formuló mal la pregunta sonríe con la autosuficiencia de un experto porque nuestra información niega validez a toda “encuesta” de esta naturaleza. Uno de los problemas básicos de esos sondeos es, precisamente, la formulación acientífica de las preguntas, pero eso es solo para comenzar.
La falta de fundamento científico de las supuestas encuestas de Facebook y similares es de conocimiento común. Con la sola intención de no afirmarlo sin fuente, nuestra periodista consultó al Dr. Ronald Alfaro, especialista en la materia, y consignó su detallada explicación. Una encuesta, sin comillas, exige el diseño de una muestra representativa de la población estudiada y otros cuidados técnicos, incluida la más rigurosa formulación de las preguntas y la inclusión de interrogantes de control, para cruzarlas con las principales y valorar mejor las respuestas.
No hace falta decirle a Zuckerberg que a los periodistas serios no nos “gusta la rigurosidad metodológica de las encuestas de Facebook”. Él lo sabe. Tampoco se trata de gustos. Los periódicos serios negamos toda validez a esas “encuestas”. Por eso la competencia del Washington Post, es decir, The New York Times o The Wall Street Journal, entre otros medios que probablemente echen de menos a Prendas entre sus lectores, no citan resultados de encuestas de Facebook, como tampoco lo hace La Nación. Zuckerberg, por su parte, ha pasado horas sudando la gota gorda frente a legisladores serios, indignados por los efectos de Facebook sobre los procesos políticos, en especial por las facilidades que ofrece para la manipulación y difusión de falsedades.
Ojalá nuestros legisladores se conduzcan con la misma seriedad porque la democracia está bajo asedio en el mundo entero. Lejos de aprovechar la oportunidad para difundir falsedades, los diputados deben estar prestos a denunciarlas, como lo hicieron cuando los copartidarios de Prendas diseminaron mentiras sobre el aumento del IVA al 16 %.