La democracia no pasa por su mejor momento. En Europa, los movimientos neofascistas ganan terreno, y en los países donde no se han alzado con el poder participan en coaliciones de gobierno. Ni siquiera los países nórdicos se salvan de la arremetida. Suecia, otrora ejemplo de compromiso con la moderación, alberga expresiones de extremismo nunca antes vistas y Noruega experimenta actos de terrorismo.
En Estados Unidos, la negación de la pureza de las elecciones se convirtió en blasón de muchos aspirantes al Congreso, algunos capaces de justificar el ataque contra el Capitolio ocurrido el 6 de enero del 2021. Hay intentos poco disimulados de entorpecer el voto de las minorías y de modificar las leyes electorales para favorecer a los extremistas.
En América Latina, las amenazas vienen desde los dos extremos. Centroamérica atraviesa una larga noche antidemocrática con Nicaragua, El Salvador y Guatemala a la cabeza del retroceso. Populismos de izquierda y derecha aprovechan todo agravio para ofrecer su solución a cambio de la renuncia a los valores democráticos.
En medio de esa pérdida de confianza en la democracia y los sistemas electorales, en Costa Rica crece el número de personas orgullosas del sistema político, según la encuesta nacional de seguridad ciudadana elaborada por la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Un 79% de los entrevistados dijo preferir la democracia a cualquier otro sistema de gobierno. Sin embargo, no deja de ser preocupante el 10% al cual le da lo mismo vivir en un sistema democrático o no democrático y otro 10% en cuya opinión un sistema autoritario puede ser preferible.
Ese 20% de la población exige atención, como también las razones del apoyo disminuido a la democracia el año pasado. En aquel momento, la encuesta encontró que solo un 53% de los entrevistados se sentían muy orgullosos del sistema político, frente al 70% de la actualidad. Es necesario examinar las condiciones del momento de la caída tanto como celebrar la recuperación y examinar las motivaciones de la quinta parte de la población indiferente ante la democracia o inclinada a aceptar su fin.
Los investigadores entrevistaron a 1.222 personas entre el 25 abril y el 9 de julio del 2022, en momentos de pleno impacto de la inflación, aumento de las tasas de interés, alza en los combustibles y otros factores adversos. De hecho, las principales preocupaciones detectadas son el alto costo de vida (un 24%), el estado de la economía (un 22%) y el desempleo (un 19%). En el cuarto lugar y muy de lejos está la inseguridad ciudadana (un 13%).
Los resultados coinciden con los de la última encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR. En agosto, este otro centro de estudios de opinión pública encontró un 70% de respaldo al sistema democrático. La fuerte identificación con la democracia crea un círculo virtuoso de vigilancia activa de la política y mayor control social del poder.
“Cuando el apoyo a la democracia disminuye, la gente se desentiende de la política, le interesa menos, le da lo mismo lo que pase. Pero cuando más bien hay un aumento del apoyo a la democracia, la gente asume una actitud mucho más vigilante, mucho más activa y más beligerante con el tema político”, explicó el investigador y politólogo Ronald Alfaro, del CIEP, cuando dio a conocer la encuesta de agosto.
Los resultados son estupendas noticias para nuestro país, en especial, cuando se toma en cuenta el entorno. Las convicciones reflejadas en estas encuestas son una base sobre la cual podemos construir un futuro próspero y en paz.