OpenAI es una de las empresas líderes en el desarrollo de inteligencia artificial (IA). A finales de noviembre, puso a disposición del público un chatbot denominado ChatGPT, que en cinco días sobrepasó un millón de usuarios registrados. GPT son las iniciales en inglés de transformador preentrenado generativo. Crea contenido a partir de grandes modelos de lenguaje, sonidos e imágenes, en lugar de analizar solamente datos, como los anteriores modelos. En el preentrenamiento, seres humanos le “enseñan” al modelo cómo debe producir los resultados.
Durante el 2022, las empresas de tecnología perdieron valor de mercado, pero las inversiones en IA siguen en aumento. Según PitchBook, las inversiones de capital de riesgo (venture capital) en IA alcanzaron $115.000 millones el año pasado y se prevé un crecimiento del 17 % de aquí al 2025.
La IA seguirá desarrollándose a una velocidad cada vez mayor, pero lo más trascendente es su impacto sobre la economía, en general, y la nuestra, en particular. Sin duda se están creando nuevos puestos de trabajo técnico, profesional y científico. Los economistas Ajay Agrawal, Joshua Gans y Avi Goldfarb, del Laboratorio de Destrucción Creativa de la Universidad de Toronto, publicaron a mediados de noviembre el libro Power and Prediction, donde definen la predicción como el ámbito de acción de la IA en su estado actual.
Tal vez en el futuro sea capaz de razonar, intuir y desplegar otras habilidades cognitivas, pero, por ahora, básicamente, logra predecir. Predecir, aseguran los autores, es una parte fundamental del proceso para la toma de decisiones. La otra parte es el juicio, que las máquinas todavía no tienen. Si se traslada la tarea de predecir a las máquinas, que la llevan a cabo más rápido y con mayor precisión, no solo cambia la manera en que tomamos las decisiones, sino también quién las toma, dónde y cuándo. La IA está a punto —aunque tardará años— de ser un factor disruptivo en industrias completas. Hoy podríamos estar viviendo la calma antes de la tormenta. A mediados de diciembre, los mismos autores publicaron un artículo en el Harvard Business Review, donde comentan lo mismo y agregan un autor: a ChatGPT.
Recientemente, Oxford Insights publicó, por quinto año consecutivo, el índice de preparación de IA en gobiernos (Government AI Readiness Index), donde clasifica 180 países de acuerdo con su preparación para utilizar la IA en la mejora de los servicios públicos y cómo agregan más valor para los ciudadanos. El índice se compone de muchos subíndices, pero hay tres pilares fundamentales: gobierno, sector tecnológico y datos e infraestructura.
El pilar de gobierno está relacionado con visión, gobernanza, ética, capacidad digital y adaptabilidad a la IA. El campo tecnológico se refiere al capital humano, la capacidad de innovación y la madurez del sector. Los datos e infraestructura miden la representatividad de los datos públicos, su disponibilidad y la infraestructura digital existente. En este ranquin, el país latinoamericano mejor posicionado es Chile, en el lugar 35. Brasil aparece en el 37, Colombia en el 47 y Argentina en el 51. Costa Rica está en el puesto 78. No se conoce ninguna visión estatal para la utilización de IA, el ámbito tecnológico es robusto pero muy poco enfocado en IA y la infraestructura digital, si bien mejoró en los últimos años, es muy deficitaria. Por ejemplo, la red educativa no existe. En el capital humano es donde ganamos puntos.
Por eso, son fundamentales iniciativas como la impulsada por Cinde, Intel y el MEP para promover la enseñanza de la IA, primero, en los colegios técnicos profesionales y, en un futuro cercano, esperamos, en toda la población estudiantil. Contar con jóvenes que conozcan, entiendan y produzcan tecnología basada en IA nos ayudará a inventar nuevos puestos de trabajo que, a su vez, rediseñarán industrias enteras, tanto en la forma de producir valor como en la creación de nueva tecnología.
Los enormes modelos que hacen funcionar esta tecnología consumen ingentes cantidades de energía y recursos computacionales. A diez años del decreto ejecutivo publicado por Laura Chinchilla Miranda, instando a todas las instituciones públicas a utilizar los recursos computacionales en la nube, esperamos que finalmente se ejecute. Es la única manera de poner la IA al servicio del Estado para mejorar la eficiencia y la eficacia de sus tareas.