Editorial

Editorial: La limitada exoneración de Trump

Al librarse del cargo de conspirar con Rusia en la campaña, obtuvo una real victoria, pero eso no es todo. La lista de excesos, falsedades, condenas de excolaboradores y posibles delitos propios es abundante.

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Lo menos que se puede esperar de un presidente (o aspirante a serlo), sobre todo de la mayor potencia mundial, es que ni siquiera pase por su mente conspirar con otro país para obtener beneficios políticos o personales. Por ello, cuando el domingo 24 de marzo se dio a conocer que no existía prueba de que Donald Trump y sus más cercanos allegados electorales conspiraran con agentes rusos para interferir en las elecciones del 2016, su júbilo, difundido por Twitter en mayúsculas y con abundantes signos de admiración, ciertamente tenía fundamento. Sin embargo, su alegada victoria apenas es parcial, como veremos más adelante.








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