La pandemia golpeó con fuerza a la industria turística y puso a prueba la capacidad de supervivencia de gran número de empresas. El buen ritmo de la recuperación es un alivio, pero hay lecciones de la crisis que no deben ser olvidadas.
El país demostró, por ejemplo, capacidad para extender la estadía promedio y el gasto por turista.
La estadía promedio aumentó de 12,6 noches a 13,6 si se compara el 2019 con el 2021. La misma comparación arroja un aumento del gasto de $1.438 a $1.565.
El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) atribuye la mejoría a los atractivos del país, pero también a la imagen de destino seguro y al llamado “turismo de revancha”, es decir, la recuperación del tiempo perdido por las restricciones impuestas durante la pandemia.
Existen, además, sectores en países desarrollados que se vieron obligados a ahorrar durante la emergencia sanitaria por la simple escasez de opciones de gasto.
La obligatoriedad de las pruebas PCR y los seguros de viaje contribuyeron a elevar lo gastado por los turistas. No obstante, ese indicador venía creciendo desde el 2018.
Aumentar la estadía y el gasto por persona son, junto con la atracción de turistas, los elementos fundamentales de una buena política y el desempeño del país en plena crisis, no obstante el inevitable descalabro, demuestra su atractivo para visitantes de más largo plazo.
Es, cuando menos, un buen indicador de las posibilidades de éxito de la iniciativa aprobada por la Asamblea Legislativa para atraer nómadas digitales.
El programa no despega y quizá desaprovechó el momento clave para posicionarse con rapidez entre los destinos más atractivos para quienes pueden laborar a distancia con ayuda de la tecnología digital.
La ley no puede ser aplicada por falta de un reglamento cuya elaboración corresponde al Poder Ejecutivo. Hasta ahora, todos los borradores de la normativa resultaron insatisfactorios debido al exceso de requisitos para participar.
El reglamento de la Ley para atraer trabajadores y prestadores remotos de servicios de carácter internacional debió entrar en vigor el 1.° de noviembre, según los legisladores. Un transitorio asignó al Ejecutivo elaborar y emitir el reglamento en los dos meses siguientes a la entrada en vigor de la ley. Todo debió estar listo el 1.° de setiembre.
Los nómadas digitales son trabajadores bien remunerados, capaces de brindar servicios desde cualquier país.
Según el ICT, su ingreso anual promedio es de $200.000, frente a los $120.000 de un visitante regular, y sus hábitos de consumo harían un aporte significativo a la economía de las zonas donde se establezcan.
La Cámara Nacional de Turismo (Canatur) estima en $23.000 semestrales la suma inyectada a la economía por cada nómada digital en hospedaje, alquileres, turismo, servicios y comercio, pues son personas con afinidad por gimnasios, salones de belleza, especialistas médicos, restaurantes y bares.
El término “nómadas digitales” captura con precisión su estilo de vida, caracterizado por una altísima movilidad que les permite establecerse en un lugar y cambiarlo en un santiamén.
Eso aumenta la competencia por atraerlos y aconseja limitar los requisitos a lo indispensable.
Si el momento idóneo para posicionarse en el mercado de los nómadas digitales pasó, la tendencia se mantiene y hay posibilidades de recuperar el terreno perdido.
Costa Rica ofrece condiciones idóneas para una estadía prolongada. La penetración de internet, la compatibilidad horaria con América del Norte, la oferta educativa para los menores y otros factores nos favorecen, pero debemos dejar de perder el tiempo. La necesidad de un reglamento realista y competitivo con la oferta de otros países no puede ser más evidente.