El ministro de Salud, Daniel Salas, se hizo eco de las palabras del secretario de Salud y Servicios Humanos del gobierno estadounidense cuando describió como inevitable el arribo del coronavirus a nuestro país. Alex Azar, el funcionario de Estados Unidos, afirmó el lunes ante un comité del Congreso que la pregunta no era si el virus llegaría a Norteamérica, sino cuándo.
La respuesta no tardó. Mientras el funcionario rendía su declaración, médicos californianos pedían, sin éxito, examinar muestras de un paciente sospechoso. Tardaron días en lograrlo porque el enfermo no cumplía los estrictos criterios de la agencia gubernamental encargada de las pruebas. Cuando al fin se hizo el examen, el paciente dio positivo y se convirtió en el primer caso de transmisión local en territorio estadounidense.
El hombre no había viajado y no se sabe dónde se infectó, aunque las autoridades investigan un posible contacto con personas procedentes del extranjero. Si ese fuera el caso, podría haber muchos otros contagios en California y los días perdidos antes de confirmar el origen de la infección cobrarían descomunal importancia y enorme valor aleccionador.
El ministro Salas, como su contraparte estadounidense, reconoció una realidad innegable. Un país inserto en la economía mundial y dependiente del turismo no puede evitar el contagio cuando el virus aparece en sus principales mercados. Ya está en Europa y Estados Unidos. No sabemos cuándo llegará a Costa Rica, pero lo hará. La lista de países afectados es de 47 y aumenta con rapidez.
Salas explicó, con serenidad, las características del virus y sus efectos sobre las personas. En la mayor parte de los casos, los síntomas son leves y, en algunos, no se presentan. Eso reduce la mortalidad, pero favorece la transmisión porque muchos infectados ni siquiera sienten la necesidad de consultar al médico. Los leves síntomas desaparecen en un par de días y pueden confundirse con el resfrío común.
El reto para las autoridades es grande y las nuestras aseguran estar preparadas. A juzgar por la experiencia californiana, el Ministerio de Salud hizo bien en dar prioridad al fortalecimiento de las capacidades de detección. El país está en condiciones de diagnosticar el nuevo coronavirus en doce horas, sin necesidad de enviar muestras al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
Los reactivos necesarios están en suelo nacional y un microbiólogo se capacitó en el extranjero, pero es necesario ampliar las formas de detección. En esto, la experiencia estadounidense también puede ser aleccionadora. El CDC ha sufrido recortes presupuestarios que disminuyeron el tiempo de respuesta, según reconocidos expertos en salud pública, algunos de ellos funcionarios del centro.
El inventario de recursos para enfrentar el fenómeno debe ser holgado, sin escatimar fondos para satisfacer los requerimientos de los especialistas. La Caja Costarricense tiene un fondo para enfrentar emergencias. Este es el momento para evaluar su suficiencia, no cuando las circunstancias obliguen a utilizarlo, si se da el caso.
La coordinación entre instituciones es otro elemento indispensable de la respuesta eficaz. Algunos países han establecido centros de mando y control. La importancia de coordinar esfuerzos queda de relieve con la diversidad de entidades comprometidas hasta el momento. La Caja capacitó al personal en todos los niveles de atención, comenzando por los Ebáis, el Ministerio de Salud previó medios para la detección oportuna y tiene un protocolo de vigilancia y seguimiento a quienes ingresan a territorio nacional. El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados reducirá los racionamientos de agua para facilitar la medida preventiva más eficaz: el lavado de manos; y el Ministerio de Turismo coordina con las empresas del sector el flujo de información y acatamiento de medidas básicas. Otras entidades, como el Ministerio de Educación, podrían ser llamadas a dar su aporte.
Las autoridades han hecho bien al hablar al país con franqueza y serenidad. El conocimiento del virus aconseja atenderlo con esmero, sin exagerar sus consecuencias. El tiempo que reste para su llegada debe ser aprovechado para revisar los preparativos existentes y añadir los que falten.