Andrés Valenciano, nuevo presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), apuesta a la alianza con el sector privado para revitalizar la institución y ofrecer a sus graduados mejores oportunidades de empleo. El funcionario está dispuesto a diseñar nuevos planes de estudio o revisar los existentes.
Parece de elemental lógica alinear las carreras técnicas con la demanda del mercado y trabajar con los empleadores para definir el tipo de técnicos requeridos. Pero la lógica no ha funcionado en el INA. Así se explican los cursos de diseño de vestimenta tejana u ordeño, para solo mencionar un par de absurdos.
La desconexión entre la preparación ofrecida por el INA y las necesidades y oportunidades del mercado laboral se hace evidente en el 75 % de los graduados sin empleo en la especialidad estudiada. Los empleadores tienen las plazas y hasta se quejan de la falta de personal preparado para ocuparlas, pero la formación del INA a menudo les resulta insuficiente o, sin exagerar, impertinente.
Entre las fallas detectadas por un estudio de la Contraloría General de la República, está la falta de enseñanza práctica. Solamente el 5,7 % de los graduados de las 280 especialidades ofrecidas por el INA hizo prácticas. El problema empata con el debate sobre la educación dual, un plan de estudios para técnicos con énfasis en el aprendizaje práctico, desarrollado en conjunto con la empresa privada.
Si la Asamblea Legislativa logra aprobar la ley marco del sistema, una tercera parte del programa de formación técnica se desarrollaría en los centros educativos y las dos terceras partes restantes en las empresas, donde la teoría sería llevada a la práctica. Las empresas retribuirían a los estudiantes con el pago de una beca. Para calificar, los alumnos deben ser mayores de 15 años, con sexto grado aprobado y desvinculados del sistema educativo común.
Además de las obvias ventajas formativas, la educación dual estrecharía los vínculos entre el INA y los empleadores, ofrecería retroalimentación inmediata sobre la pertinencia de las carreras ofrecidas y facilitaría la evaluación de la calidad de la enseñanza. El sistema opera en Alemania, Suiza, Países Bajos y Austria, donde ha sido un elemento de importancia en la lucha contra el desempleo juvenil, según la ministra alemana de Educación Johana Wanka. Para la funcionaria, los opositores de la idea “no saben de qué hablan” cuando la califican de medio para explotar a los estudiantes.
La educación dual no es un tipo de trabajo, sino un proceso educativo para remediar el defecto señalado por la Contraloría en la formación ofrecida por el INA. Es, también, totalmente coherente con los propósitos del nuevo presidente ejecutivo. El principal obstáculo a la aprobación del plan ha sido el Frente Amplio, en alianza con algunos sectores sindicales.
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El nuevo gobierno invitó a empresarios y sindicatos a integrar una comisión para dialogar sobre la educación dual, actualmente impartida como plan piloto en cuatro colegios técnicos, por insistencia de la exministra de Educación Sonia Marta Mora. La comisión está integrada por los ministros de Educación y Trabajo, así como por el presidente del INA, tres representantes de la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep) y tres del sector sindical, uno de ellos del Sindicato de Trabajadores de la Educación Costarricense (SEC).
Ojalá la comisión no dé largas al asunto porque de eso depende el mejor aprovechamiento del presupuesto de ¢130.000 millones invertido en el INA para colmar las aspiraciones de apenas la cuarta parte de sus graduados. La frustración del otro 75 % es razón de sobra para apurar la reforma de la educación técnica.