El gigante tecnológico Intel elevará a $600 millones la inversión anunciada en diciembre del 2020 para ampliar sus operaciones en Costa Rica. En aquella oportunidad, la empresa habló de $350 millones y, la semana pasada, de $250 millones adicionales. Casi al mismo tiempo, Amazon divulgó sus intenciones de crear más de 2.000 puestos de trabajo, presenciales y virtuales, para reforzar el servicio a sus clientes en las Américas y Europa.
Las operaciones de ensamblaje y prueba de Intel exigirán la contratación de 600 personas en los próximos seis meses, además de las ya ocupadas en el Centro de Investigación y Desarrollo y el de Servicios Globales. Por su parte, la planilla local de Amazon llegará a 17.000 personas con los 2.000 puestos adicionales.
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Las dos empresas tienen larga experiencia en nuestro país. Intel llegó en 1997 y Amazon, 11 años después. La primera hizo una fuerte inversión inicial, operó con mucho éxito durante años, redujo el alcance de sus actividades debido a las condiciones del mercado internacional y ahora regresa para expandirlas. La segunda comenzó con 75 empleados y ahora es una de las grandes empleadoras del país.
Las dos empresas superaron, hace mucho, la etapa de prueba y su satisfacción es tanta como para ampliar operaciones. Es la mejor recomendación para Costa Rica de dos firmas con liderazgo internacional. El presidente, Carlos Alvarado, destacó la confianza en el país, su talento humano y el clima de inversión.
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No obstante, tenemos asignaturas pendientes en todos esos ámbitos y el éxito de las inversiones anunciadas no debe nublarnos la vista. Los primeros en señalarlo son precisamente los promotores de la inversión en el país, comenzando por la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), cuya extraordinaria labor es envidia de naciones competidoras.
El talento humano, insiste Cinde, podría ser una ventaja competitiva mucho mayor si el país redistribuyera la inversión educativa para incrementar la oferta de programas de estudio en ciencia, tecnología e ingeniería, además de mejorar el conocimiento de lenguas extranjeras y la formación técnica.
El sistema educativo, sin embargo, no ha mostrado sensibilidad frente a las exigencias de la nueva economía. La falta de alineamiento de la oferta académica con la producción y las oportunidades de empleo también ha sido preocupación constante del Estado de la Nación, cuyos informes no dejan de señalar esa realidad.
Solo el 37 % de las oportunidades educativas pertenecen a las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Además, la mayor parte de esa oferta es en el campo de la salud. Cuando se excluye esa área, el resto solo representa el 16 % de las oportunidades académicas totales.
El desequilibrio también se hace evidente en la repartición del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES). El Instituto Tecnológico, donde se concentran las oportunidades de formación en las áreas estratégicas para atraer inversión, apenas recibe el 11,5 % de los recursos. La Universidad Técnica Nacional ni siquiera se beneficia del fondo y se financia con una partida especial. Mientras tanto, la Universidad de Costa Rica obtuvo el 57,79 % en el 2019 y la Nacional logró el 23,40 %.
Los graduados del Tecnológico son recibidos por el mercado laboral con los brazos abiertos. El porcentaje de colocación en puestos de trabajo es el mejor de los centros de enseñanza superior. ¿Por qué nadar contra tan obvia corriente?