La alta penetración de Internet en Costa Rica conspira con el uso intensivo de redes sociales y el bajo nivel de alfabetización digital para facilitar la manipulación mediante noticias falsas, alerta el Perfil país de las cibertropas globales: Costa Rica, publicado por el Proyecto sobre propaganda computacional, del Instituto de la Internet de la Universidad de Oxford.
Es difícil decidir si tomarlo como consuelo o como motivo adicional de preocupación por el futuro, pero el estudio señala la falta de sofisticación de nuestros políticos, troles y agrupaciones dedicados a difundir falsedades. Es un consuelo porque el daño podría ser mayor, pero implica la posibilidad de graves consecuencias según avancen las técnicas utilizadas.
La comparación de Oxford parte de estudios similares en otros 80 países, incluidos los más avanzados. Si bien las cibertropas (actores gubernamentales o partidarios dedicados a manipular a la opinión pública en línea) estudiadas en suelo costarricense son comparativamente rudimentarias, la adopción de técnicas depuradas es cuestión de tiempo y encuentra estímulo en los procesos electorales y en coyunturas álgidas del debate público.
Por ahora, dice Simone Bunse, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y académica de Lead University a cuyo cargo estuvo la investigación local, la mayoría de los usuarios son humanos, más que automatizados (bots), y las imágenes, tanto fotos como videos, no son deepfakes, difíciles de detectar por su perfección.
Los manipuladores criollos, dice el estudio, carecen del nivel de organización, recursos tecnológicos y estrategia empleados en otros países latinoamericanos, como Brasil, México y Colombia. No obstante, la difamación, el hostigamiento, los ataques a las instituciones y la agitación social han demostrado ser eficaces.
La discusión pública costarricense está contaminada por el posicionamiento de falsedades difundidas por las redes sociales, en especial Twitter y Facebook. En algunos casos, las mentiras han provocado acciones lamentables, como la agresión contra migrantes nicaragüenses en el parque de la Merced, en agosto del 2018.
En los días previos al vergonzoso incidente, las redes sociales estuvieron inundadas de noticias falsas sobre supuestas quemas de la bandera nacional por migrantes nicaragüenses y la construcción de precarios para alojarlos por cuenta del Estado. Nunca hubo un ápice de verdad en las publicaciones y la Policía detuvo a 44 personas, decomisó ocho bombas molotov, cuatro puñales, un bate de béisbol y varias cuchillas. La noticia se difundió allende las fronteras y causó daño a la limpia imagen del país.
El caso demuestra nuestra vulnerabilidad a la manipulación y la capacidad de las redes sociales para lanzar a grupos enfurecidos a las calles. En esencia, salvo por la escala, los disturbios de la Merced no se distinguen de lo sucedido el 6 de enero en el Capitolio de los Estados Unidos, donde una turba llena de odio, engañada por absurdos alegatos de fraude electoral, estuvo a punto de agredir a funcionarios elegidos, entre ellos al vicepresidente en ese momento, Mike Pence.
Costa Rica celebrará elecciones en el 2022. Las técnicas de manipulación tienen tiempo para avanzar, pero, aunque no lo hicieran, las existentes bastan para crear caos. Urge adelantar la alfabetización digital. Difícilmente logremos progresos significativos antes de los próximos comicios; sin embargo, el viaje más largo comienza con el primer paso, dice el proverbio. El uso crítico de la Internet debe integrarse a los programas de estudio oficiales. Ya es hora de darnos cuenta de que se trata de un elemento indispensable del ejercicio de la ciudadanía en el siglo XXI.