La Unión Nacional de Clubes de Fútbol de la Primera División (Unafut) admite que Javon East, jugador del Deportivo Saprissa, denunció al árbitro central William Mattus los insultos racistas de un grupo de espectadores del encuentro entre su equipo y la Liga Deportiva Alajuelense, pero nada pasó porque ni el árbitro ni los comisarios escucharon las diatribas.
En cambio, Joel Campbell, anotador de los dos goles alajuelenses y también afrodescendiente, lo escuchó con claridad y tuvo la bonhomía de afirmarlo ante la prensa mientras condenaba la agresión. “No es algo que se pueda tolerar, independientemente de quien sea el rival o el equipo que sea o la camiseta que tenga. Es algo que tenemos que erradicar del fútbol nacional”, dijo Campbell, quien fue víctima de ataques similares cuando jugó en el fútbol español.
Los insultos proferidos contra East quedaron grabados en un video publicado por el jugador para demostrar la veracidad de su dicho. Un grupo de aficionados despliega en la filmación un comportamiento deleznable, imitando a los monos. Ya no hay discusión sobre la veracidad del reclamo.
La Unafut dio los hechos por probados. “Algunos incidentes reportados en el juego entre la Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa quedaron debidamente constatados en los informes de los comisarios del encuentro. Instamos al Tribunal Disciplinario de la Federación Costarricense de Fútbol a tomar decisiones claras tras lo acontecido y reportado en dichos informes”.
Desafortunadamente, esos mismos comisarios y el árbitro no tuvieron la agudeza auditiva para poner en práctica, de inmediato, el protocolo dispuesto en el reglamento del campeonato. Cuando las autoridades se percatan de un insulto racista o discriminatorio deben interrumpir el partido, suspenderlo momentáneamente y, si eso no basta, darlo por terminado. Hay, también, mensajes de lectura obligatoria por altoparlantes para alertar a los presentes en el estadio.
Ninguna de esas medidas fue puesta en práctica y el partido terminó con normalidad. Es una normalidad vergonzosa, que pone en duda la sinceridad de los esfuerzos por erradicar el racismo de las canchas y de la sociedad. Lo sucedido quedó claro con posterioridad, ante la prueba irrefutable.
El Tribunal Disciplinario de la Federación Costarricense de Fútbol constató dos actos de discriminación y racismo a lo largo del encuentro. La sanción es mantener la puerta cerrada durante el próximo partido de Alajuela en el campeonato nacional y una multa de ¢1.050.000. El castigo es muy moderado si se le compara con el daño a la buena fama del país en el ámbito internacional, la gratuita ofensa a los afrodescendientes y el disgusto causado a toda persona con sentido de la decencia.
La oficina de las Naciones Unidas en Costa Rica expresó su rechazo a lo sucedido y pidió la aplicación de la Ley contra la Violencia y el Racismo en el Deporte. “El Sistema de las Naciones Unidas lamenta los actos racistas que tuvieron lugar en el partido de fútbol de la primera división de Costa Rica entre la Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa”, dice el comunicado.
La organización del fútbol nacional debe tomar medidas para asegurar la detección de manifestaciones como la descrita con el fin de sancionarlas en el acto, sin perjuicio de castigos posteriores. Las autoridades deportivas tienen la obligación de impedir que los estadios sean fuente de vergüenza nacional.