El problema del agua está llegando a un punto crítico. Hay cantones donde la escasez frena el desarrollo, y es el desarrollo desordenado uno de los principales causantes de la escasez. La construcción mal planificada afecta acuíferos en todo el país, especialmente en el Valle Central. La falta de infraestructura agudiza el problema porque impide transportar el agua de los sitios donde hay reserva a los lugares que la necesitan.
Nuestras acciones y omisiones se confabulan con el cambio climático, cuyos efectos se hacen sentir cada vez con más fuerza. Centroamérica, dicen los estudios, está entre las regiones más proclives a sufrir las consecuencias. La severidad del fenómeno se irá incrementado y es hora de incorporar sus efectos previsibles a la planificación y la toma de decisiones.
El caudal del río Tempisque se redujo a la mitad, según cálculos de la Dirección de Aguas del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), que lo atribuye al cambio climático, la sequía y la sobreexplotación. En la costa del Atlántico, la División Marítima Portuaria del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) se vio obligada a suspender temporalmente el servicio de cabotaje entre La Pavona de Pococí y Tortuguero, a consecuencia del bajo caudal formado por los ríos Suerte y Palacio.
En el Valle Central, el gobierno local de Alajuela lamenta la pérdida de importantes inversiones en la zona de El Coyol, donde las industrias ya establecidas lo piensan dos veces antes de expandirse y otras cancelaron sus planes de traslado por el difícil acceso al agua. El alcalde Roberto Thompson encuentra igualmente difícil la coordinación con el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).
En Liberia, dice el alcalde Julio Viales, hay inversiones totalmente paralizadas, pero no solo de empresas. Existen proyectos de vivienda de interés social detenidos por falta de agua. Según el funcionario, la zona cuenta con recursos hídricos no explotados, pero carece de la exploración e infraestructura necesarias. Mientras tanto, los permisos de construcción están suspendidos.
La falta de agua afecta, pues, el empleo, pero también la vivienda, para no mencionar la calidad de vida, aun de quienes tienen aquellos dos problemas resueltos. Los mejores testigos son habitantes de la propia capital cuyos barrios sufren racionamiento, en muchos casos extremo, de entre 6 y 12 horas.
El presidente de la Cámara de la Construcción, Guillermo Carazo, señala la incongruencia entre la promoción de inversiones en el extranjero y las condiciones finalmente ofrecidas a quienes deciden instalarse en el país. El suministro de agua es un factor decisivo a la hora de invertir.
El subgerente del AyA, Manuel Salas, reconoce la existencia de fuentes no explotadas por falta de infraestructura, pero también señala la necesidad de mejorar la planificación urbana. La mitad de los cantones carece de planes reguladores. Además, recomienda revisar la normativa aplicable al recurso hídrico. En coincidencia con el alcalde de Alajuela, considera importante mejorar la coordinación con las municipalidades.
La agenda del agua es amplia y compleja. La realidad apunta, con insistencia, a la imperiosa necesidad de abordarla. Hoy pagamos el precio de la falta de diligencia pasada. El país no puede arriesgarse a decir lo mismo mañana, cuando los problemas habrán crecido hasta alcanzar dimensiones extremas. Las carencias de infraestructura se magnificarán por las presiones del desarrollo, el desorden urbanístico continúa pese a las consecuencias que ya están a la vista, los científicos pronostican más perturbaciones climáticas y el efecto de esa conjunción de factores sobre la calidad de vida y el crecimiento económico dará mucho que lamentar si no acometemos las tareas pendientes de una vez por todas.