La tasa de desempleo abierto disminuyó de un 10,5% de la fuerza laboral a un 9% durante el periodo comprendido entre abril-mayo del 2013 y abril-mayo del 2014. Sería mezquino no reconocer el avance de esa variable tan importante desde los puntos de vista económico y social. Pero también sería erróneo no señalar las debilidades de nuestro mercado laboral. Les haríamos un flaco servicio al país y al Gobierno.
Las cifras que arroja el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) revelan aspectos interesantes, algunos satisfactorios, pero otros preocupantes. Son satisfactorios los relativos al descenso del desempleo abierto, tanto en hombres como en mujeres, así como en las zonas urbana y en el subempleo. Pero sigue siendo preocupante el alto nivel de desempleo total, equivalente al 9% de una fuerza laboral compuesta por poco más de 2 millones de adultos de uno u otro sexo con deseos y voluntad de trabajar, y que más de 200.000 personas se encuentran actualmente sin trabajo, lo que significa un número elevado de familias costarricenses sin ingresos para satisfacer sus necesidades básicas, incluyendo vivienda, comida, vestido y educación.
El desempleo entre las mujeres disminuyó de un 13% en el segundo trimestre del 2013 a un 11,2% en abril-mayo del 2014. Algo similar sucedió con el subempleo (mujeres que trabajan menos de la jornada laboral normal), que pasó de un 17,3% a un 15,8%, pero no tanto por haberse creado más empleos para ellas, como hubiera sido deseable, sino por una disminución en su participación en la fuerza laboral, pues algunas desistieron de buscar empleo o prefirieron permanecer en sus casas, lo cual puede ser una señal de que la economía no está muy dinámica. La participación de las mujeres en la fuerza de trabajo disminuyó un 5%, según el INEC
Entre los jóvenes, el desempleo es mayor, condición que se repite en muchas economías del mundo. Sin embargo, el empleo entre personas con, al menos, grado de bachillerato aumentó, al igual que los trabajos ofrecidos en el sector servicios, que es uno de los más dinámicos de la economía nacional. Eso genera mayores esperanzas a los más jóvenes, pues, en general, tienden a tener mayor educación formal que los otros miembros de la fuerza laboral.
Ese cambio en la producción también se refleja en la composición del empleo en la fuerza laboral. Nuestra economía está avanzando aceleradamente hacia una de mayores servicios y menor producción tradicional y, por tanto, debe ponerse mucha atención a los sectores más dinámicos para orientar mejor la formación de los más jóvenes, y que puedan competir con éxito en los distintos mercados.
La otra consideración básica en el censo del INEC es el vínculo tan marcado entre el crecimiento de la producción nacional (PIB) y la generación de empleo. Cuando la economía crece dinámicamente, se generan nuevas fuentes de trabajo y, por consiguiente, disminuye la tasa de desempleo. Eso obliga a formular dos de las interrogantes más relevantes: qué ha sucedido en nuestra economía durante el último año para explicar la reducción en la tasa de desempleo, y por qué el desempleo se mantiene tan elevado, uno de los más altos en Latinoamérica.
El exdirector del INEC Víctor Hugo Céspedes, en una entrevista concedida a este periódico, mencionó la evolución de algunos sectores de la economía costarricense que explican esa reducción en el desempleo. Los sectores de intermediación financiera y seguros son los que han mantenido tasas de crecimiento más altas, junto a los servicios empresariales y el agro, que se ha recuperado muy significativamente en los últimos 12 meses. Según el índice mensual de actividad económica (IMAE) que calcula el Banco Central, la economía nacional tiene ya tres trimestres consecutivos de recuperación, creciendo a una tasa anualizada de alrededor de un 4% real. Pero será insuficiente para reducir el desempleo de manera sostenida.
No todos los sectores productivos han tenido el mismo dinamismo. La industria, por ejemplo, tuvo una fuerte desaceleración en ese lapso y, en vez de generar empleo, más bien adelgazó su planilla. Algo similar sucedió con la construcción emprendida por el sector público, con una tasa negativa en el último año. Y eso nos lleva a plantear cuáles son las perspectivas de crecimiento de la producción y empleo durante el próximo año.
Las expectativas de crecimiento real para el resto del año, al igual que en el 2015, no son muy halagüeñas, según el Banco Central. La última revisión del Programa Macroeconómico realizada hace menos de un mes revela que el PIB podría crecer este año, en conjunto, apenas un 3,6% en términos reales, pero esa expansión sería aún menor en el 2015, donde solo se registraría un 3,4%. Ese crecimiento sería inferior al promedio histórico (4,5% anual), muy por debajo del experimentado durante el período de expansión que terminó en el 2008, cuando se observaron tasas de crecimiento superiores al 6% anual. Si a lo anterior agregamos que las tasas de expansión de la economía mundial previstas para el presente y próximo año tampoco son halagadoras (3,4% y 4%, respectivamente) comprendemos la preocupación expresada por el nuevo Gobierno de cómo aumentar el empleo en Costa Rica.
Desafortunadamente, el plan esbozado por las autoridades para generar nuevas plazas de aquí hasta el 2018 no parece ambicioso ni, tampoco, suficientemente sustentado. Se han esbozado algunos lineamientos generales, pero no ha aterrizado lo suficiente para tener certeza de que sí se podrán generar las plazas previstas, y aún más. Pero lo más preocupante de dicho plan es que no fue consultado previamente con el sector privado, habida cuenta de que generar empleos en el sector público es prácticamente nulo, y que, precisamente, es el sector privado el que actualmente genera el 85% de los empleos totales del país. De ahí, su enorme malestar por no haber sido consultado ni tenido la oportunidad de sugerir las reformas pertinentes.
Para que el sector privado invierta y aumente las fuentes de empleo, debe generarse un clima favorable para hacer negocios, entre muchas otras cosas, y asegurarse de que habrá estabilidad financiera en las principales variables: inflación, tasas de interés y tipo de cambio. Además, debe haber un planteamiento general de la política económica, conducente al crecimiento de la producción, que aún no se perfila con suficiente detalle. Esperamos que ese planteamiento general se realice el próximo jueves, al rendir el detalle de los primeros cien días de gobierno, y que, en el ínterin, se discutan los planes con los sectores involucrados, para poder disminuir efectivamente el desempleo.