El Proyecto de Abastecimiento de Agua para la Cuenca Media del Río Tempisque y Comunidades Costeras (Paacume), rebautizado por la actual administración con el nombre Agua para la Bajura, podría estar listo en el año 2029, no antes. Esa es una poderosa razón para no demorarlo un minuto más. Las condiciones climáticas de los años venideros exigen una respuesta oportuna para mitigar las consecuencias económicas y sociales de la escasez de agua.
En su primera visita a Guanacaste, el presidente Rodrigo Chaves sumió el proyecto en la incertidumbre, acusándolo de proveer agua para los ricos, los finqueros y los hoteles. Esa afirmación no se ajustaba a la realidad. La obra siempre reservó dos metros cúbicos por segundo para consumo humano, aunque destinó otros 16,5 para riego agropecuario y 1,5 para las zonas turísticas.
“Era un proyecto diseñado en el 2018. Se había obtenido un préstamo de $425 millones para financiarlo, pero a mí no me gustó porque era únicamente para llevar agua a un puñado de finqueros en la margen izquierda del río Tempisque, y yo dije no. Vamos a llevar agua a los hogares”, afirmó el mandatario esta semana, haciendo eco de sus declaraciones de hace un año.
El contrato de préstamo con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara) confirman que la obra siempre contempló agua para consumo humano. Turismo y agricultura son significativas actividades económicas en los cantones de Nicoya, Santa Cruz, Bagaces, Liberia y Carrillo, beneficiarios del proyecto, pero la cantidad dedicada a los hogares alcanza para asegurar el abastecimiento a la población durante 50 años.
La administración volvió a lanzar la iniciativa, con otro nombre y la misma distribución del agua, pero ahora incluyó la planta de potabilización. Es necesaria y no estaba contemplada en el proyecto inicial, no porque su importancia fuera ignorada, sino porque la tarea corresponde al Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y debe ejecutarse una vez concluido el proyecto.
Si la planta queda prevista desde ahora, está bien, pero su incorporación no explica un solo día de retraso del urgente proyecto, cuyo impulso inicial no depende de esa previsión. El financiamiento, las acciones de inconstitucionalidad interpuestas contra la construcción del embalse y una parte de los diseños quedaron resueltos en la pasada administración y ahora el avance es poco.
Una de las razones esgrimidas por el gobierno es el voto de la fracción liberacionista contra el primer presupuesto extraordinario del 2023, donde se incluyó una partida para pagar expropiaciones requeridas por el proyecto de abastecimiento de agua. Los liberacionistas habían anunciado su intención de no aportar votos para la aprobación de ningún presupuesto extraordinario mientras no se resolviera el diferendo sobre el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES). No obstante la oposición liberacionista, el presupuesto extraordinario fue aprobado y no constituye motivo de tardanza del Paacume, sobre todo, porque la votación en primer debate se produjo hace apenas una decena de días. Por otra parte, la previsión de gasto no estaba en el presupuesto original y fue incorporada posteriormente mediante moción.
Diputados de Liberación Nacional, Unidad Social Cristiana, Nueva República, Frente Amplio y Liberal Progresista urgieron a las autoridades a actuar. Eso es lo importante. Llámese Agua para Guanacaste o Agua para la Bajura, el desarrollo de la obra es apremiante y debe quedar libre de la tupida jungla burocrática y las arenas movedizas de la política.