La imagen del plan de gastos del 2025 parece tener como fin ofrecer una buena impresión ante los organismos internacionales, aunque se niegue la realidad a los costarricenses. ¿O será una estrategia electoral?
El primero de setiembre, el gobierno presentó al Congreso el presupuesto del 2025 para su aprobación, exaltando con gran orgullo varias “mejoras”: una disminución del 1,9% respecto al año anterior; una reducción del servicio de la deuda del 46% en el 2024 al 44% para el próximo año; un balance primario del 1,5%, y un balance financiero del 3,3% del PIB.
Sin embargo, la imagen presentada no es más que un presupuesto maquillado, cuyo propósito podría ser ofrecer una buena impresión ante los organismos internacionales, aunque se niegue la realidad a los costarricenses. ¿O será una estrategia electoral?
La Contraloría General de la República, como corresponde, nos abre los ojos, aunque ya hay señales visibles. ¿Cómo van a mejorar las cifras cuando un gran proveedor del erario, como el sector exportador, declara pérdidas por el manejo cambiario y la crisis debida a laRuta del Arroz, que provocó la quiebra de pequeños y medianos productores? A esto se suma el sector turístico, pues Costa Rica se ha convertido en un destino caro, y la industria local pierde competitividad, acumulando pérdidas y amenazas a su supervivencia.
Aprendí en el Incae que el presupuesto es una herramienta de control y previsión que no se modifica durante el año y constituye el mejor método para medir el desempeño de la administración. Este concepto tan básico está siendo manipulado por el gobierno, que ya ha solicitado un sexto presupuesto extraordinario de ¢60.000 millones para cubrir gastos ordinarios como aguinaldos, y ¢18.000 millones para comedores escolares y transporte del próximo año.
El presupuesto del 2025 también contiene faltantes significativos, como los ¢10.000 millones necesarios para el Ministerio de Justicia (gastos ordinarios de alimentación, agua y luz), ¢459.000 millones para la CCSS y ¢118.000 millones para el MEP.
No sabemos qué le hace falta a la cartera de Seguridad, pero resulta poco creíble que el ministro afirme preferir una fuerza policial más pequeña, pero eficiente. Prueba de ello son las últimas medidas tomadas (cierres y traslados) en un momento en que vivimos la mayor inseguridad de la historia.
El gobierno presenta cifras atractivas a costa de los tres pilares del Estado: seguridad, educación y salud.
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