Se busca director técnico para la Selección de Costa Rica. Requisitos: experiencia en la Concacaf, participación en eliminatorias mundialistas, familiaridad con el trabajo de selecciones, por lo menos como jugador. Exitoso. Con clasificaciones o títulos. Conocedor del fútbol costarricense. Que no necesite dos años para “descubrir” jugadores y otros dos para conjuntarlos. Con aspiraciones no mayores a los $80.000 mensuales de Luis Fernando Suárez y su cuerpo técnico. Flexible en materia de cláusulas de rescisión (pues tarde o temprano será despedido).
¿Nacional o extranjero? Sería irrelevante, de no ser porque la recurrente pregunta, en conferencias de prensa, discusiones de dirigentes, debates de aficionados y otros foros futboleros, corresponde a un yerro no pocas veces cometido: la elección entre el renombrado foráneo que se aprende el nombre de unos cuantos jugadores para la entrevista de trabajo o el costarricense de menor trayectoria que conoce su charco.
Esta vez —por no decir siempre— trayectoria y conocimiento de la realidad costarricense, sus futbolistas y el cambio generacional a medio gestar no deben ser opcionales, sino requeridas.
Una vez elegido el técnico definitivo, para sustituir al interino Claudio Vivas, corresponde mirar el trabajo más que el pasaporte, porque hasta Dios parece menos tolerante cuando se trata de un costarricense, con la consecuente inseguridad en el camerino hasta que termina cayendo el telón: a Óscar Ramírez, después de un mundial sin pena ni gloria, lo despidió “la voz del pueblo, que es la voz de Dios”, según explicó entonces Rodolfo Villalobos, el hoy saliente jerarca de la Federación Costarricense de Fútbol.
A Luis Fernando Suárez, en cambio, la peor derrota de Costa Rica en la historia de los mundiales (de cuyo marcador no queremos acordarnos), no lo privó de segundas oportunidades, protegido quizás por ese crédito extra para los foráneos, la prorrogación del contrato antes del Mundial y una cláusula de indemnización cercana a $480.000 para él y sus colaboradores.
Al final, el despido no ocasionado por el 7 a 0 contra España (inevitable, nos acordamos) se consumó con los resultados pos-Catar 2022, incluidas tres derrotas consecutivas contra Panamá y las dificultades del técnico para dar forma a un equipo después de convocar a 107 jugadores.
Quizás sea oportuno un addendum al primer párrafo: “Se busca seleccionador con la valentía de Suárez para abrir el equipo a jugadores impensables, sin caer en un largo proceso de prueba y error con inacabables debutantes que entran y salen sin consolidación ni victorias”.
Nacional o extranjero es lo de menos. Coexisten de otros países con dominio del balompié local y locales con trayectoria abundante: Jorge Luis Pinto, Alexandre Guimaraes, Jeaustin Campos, Paulo César Wanchope, e incluso el que supuestamente encabeza la fila de favoritos de Osael Maroto, próximo presidente de la Fedefútbol, el colombiano Juan Carlos Osorio, aunque haber dirigido a México no necesariamente lo tiene al día de los pormenores costarricenses. Evaluados sin distingo de nacionalidad, con idénticos recursos y respaldo, la escogencia llevaría a preguntas más relevantes sobre la aptitud para dirigir a la Selección.
Tampoco se requieren fórmulas científicas y, mucho menos, una matriz con puntajes a cualidades deseables para terminar fichando a Gustavo Matosas, cuya habilidad seductora no permitió a nadie imaginar —ni a él mismo— que moriría de aburrimiento por primera vez al mando de una selección nacional.
Bienvenido el técnico al que no hace falta susurrarle quiénes son Elías Aguilar, Josimar Alcócer, Luis Ronaldo Araya, Jorkaeff Azofeifa o Warren Madrigal. A quien no es necesario contarle que Bryan Ruiz y los héroes del 2014 disfrutan casi todos de mejor vida futbolística y que aquel verano en la ciudad de Santos tampoco ilustra el rendimiento habitual de nuestro equipo. Bienvenido el que no pretenda pedir lo imposible si los resultados no lo acompañan.
¿Si en lugar de premiar el fracaso con una casi impagable indemnización, se ofrece un mejor premio por el éxito? Bienvenido también el dirigente que consiga una negociación semejante con el timonel ideal para la Selección. ¿Con un técnico que garantice victorias? Eso, ninguno.