La conferencia pronunciada por Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona está escrita en un lenguaje técnico y su inserción en las culturas actuales no es fácil. La insuficiencia comunicativa del cristianismo contemporáneo, que Ratzinger, antes de ser papa, señaló en su conversación con Peter Seewald, y las violencias, dogmatismos y sectarismos que circulan en la aldea global, explican el silencio delator en torno a la parte medular de unas palabras que, como veremos, encierran un contenido científico, humanista y visionario poco común.
Hipótesis principal. El núcleo central de lo dicho por el Papa gira en torno a la relación entre fe y razón. La mentalidad científica comúnmente aceptada, argumenta, es solo una dimensión de la completa racionalidad humana, que incorpora el canon científico actual, pero no se reduce a él. Es necesario, por lo tanto, un esfuerzo sistemático tendiente a descubrir y redescubrir las dimensiones de la racionalidad que trascienden “la sinergia entre matemática y empirismo…”. De este modo se fortalecen las ciencias, al tiempo que se procura “ampliar nuestro concepto de razón y su aplicación…”, a fin de fundar el sentido científico de las disciplinas sociales, la filosofía y la teología.
El papa Benedicto XVI sugiere un nuevo paradigma de racionalidad. El concepto de ciencia, por ejemplo, en disciplinas sociales no es igual al postulado en las ciencias naturales; la fe religiosa no es únicamente una respuesta emocional, sino más bien se trata de un acto de confianza racional afectivo y la necesidad de Dios; en esta tesitura, puede ser demostrada racionalmente. De este modo se reivindica, en medio de los más primitivos y violentos reduccionismos, la multidimensionalidad de la razón humana.
Otros temas. Benedicto XVI se refiere a otros temas relacionados con la tesis indicada; destaco dos: primero, la deshelenización del cristianismo cuyo objetivo es liberarlo de elementos originados en la filosofía griega clásica, algo que el Papa considera equivocado puesto que “el patrimonio griego, críticamente purificado, forma parte integrante de la fe cristiana…” y, segundo, la relación entre religión y violencia, a propósito de lo cual afirma que la difusión de la fe mediante la violencia es irracional dado que la “violencia está en contraste con la naturaleza de Dios…”.
Pistas a seguir. Al final de la disertación se resumen sus conclusiones; menciono tres: la crítica a la autolimitación matemática empirista de la razón científica supone interiorizar los aspectos positivos de la modernidad que “deben ser conocidos sin reservas…”; apreciar los peligros en la evolución de las civilizaciones solamente es posible si la razón y la fe avanzan juntas “de un modo nuevo…” y, finalmente, todos los interlocutores, en el diálogo multicultural, deben esforzarse por encontrar esa racionalidad ampliada, que, sin negar la positividad científica, la trasciende.
¿Qué pasa con el islam? El Papa se ha reservado la posibilidad de estructurar una versión definitiva de la conferencia de Ratisbona. Es probable que en esa oportunidad se aclaren las referencias a la relación entre el cristianismo, el islam y “la verdad de ambos…”, en especial cuando se afirma que en la doctrina musulmana la voluntad divina “no está ligada a ninguna de nuestras categorías, incluso a la de la racionalidad…”, con lo cual, piensa el Papa, se dificulta entender que en asuntos de fe actuar con violencia es hacerlo contra la racionalidad y, por lo tanto, contra Dios. Se trata de un tema menor en la disertación del Papa, pero mayor y decisivo en el mundo donde esa disertación fue pronunciada. Para el cristianismo, al reto de superar su actual debilidad comunicativa, la secularización y el relativismo, se suma, otra vez, el desafío de la religión menos secular de todas. En la conferencia de Ratisbona se sugiere el camino para atravesar estos desafíos sin morir en el intento: conducirse conforme a los parámetros de una nueva racio- nalidad.